La infraestructura vial es la columna vertebral del desarrollo económico de cualquier país y en Costa Rica la ruta 27 se ha convertido en un claro ejemplo de los desafíos que enfrentamos en materia de mantenimiento y modernización de la red de carreteras.
Los datos revelados por Lanamme son más que preocupantes. Un 53,29% de la vía presenta “piel de lagarto”, un deterioro que compromete no solo la calidad del pavimento, sino también la seguridad de los miles de usuarios que diariamente transitan entre San José y el Pacífico. La calidad general de la ruta se ubica en un crítico 44%, lo que representa un riesgo significativo para conductores, empresarios y el sector turístico.
Esta situación trasciende la simple necesidad de mantenimiento. Estamos hablando de una arteria fundamental que conecta la Gran Área Metropolitana con importantes zonas productivas y turísticas. Los problemas de drenaje, señalización deficiente y deterioro del pavimento no solo equivalen a un riesgo para la seguridad vial, sino que impactan directamente la competitividad económica de Costa Rica.
El llamado es claro: se requiere una intervención inmediata y estratégica. Las autoridades del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) han iniciado conversaciones para la ampliación de la carretera, lo cual es un paso positivo. Sin embargo, es indispensable que esta iniciativa no se quede únicamente en buenas intenciones.
Las empresas, el sector turístico y los ciudadanos necesitan infraestructura de calidad que facilite la movilidad, reduzca tiempos de traslado y garantice seguridad. La inversión en mantenimiento vial no debe verse como un gasto, sino como una estrategia para el desarrollo económico.
La negociación con Globalvia debe ser transparente y prioritaria, buscando un equilibrio entre la inversión, la calidad del servicio y el impacto económico para los usuarios. No podemos permitir que nuestra principal ruta de conexión se deteriore hasta límites que comprometan la seguridad y el desarrollo nacional.
Es momento de pasar de los informes a la acción. Lanamme ha proporcionado un diagnóstico claro, ahora corresponde a las instituciones del Estado implementar soluciones integrales que devuelvan a esta carretera su condición óptima de transitabilidad.
La ruta 27 no puede seguir esperando.