En Costa Rica, la lucha contra el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH) ha avanzado notablemente en términos médicos. Gracias a los esfuerzos institucionales y a una política de salud pública que prioriza el acceso a tratamientos antirretrovirales, las personas diagnosticadas con dicho padecimiento tienen hoy una esperanza de vida digna y de más calidad.
Sin embargo, a pesar de estos avances, queda una deuda pendiente: romper el estigma social que aún pesa sobre quienes viven con esta condición.
Según datos del Ministerio de Salud, entre el 1° de enero y el 15 de octubre de este año se reportaron 659 casos nuevos del virus, con una tasa de 12,4 por cada 100.000 habitantes. Estas cifras nos recuerdan que la lucha contra el VIH no ha terminado y que, además del acceso a tratamientos, la educación se torna vital para combatir el estigma social que acompaña a la enfermedad. El desconocimiento continúan siendo un obstáculo que margina a quienes viven con el virus y desincentiva a muchas personas a realizarse pruebas diagnósticas por el rechazo.
Es urgente que la educación sexual integral se fortalezca en las escuelas, colegios y comunidades. Necesitamos desmantelar los mitos que perpetúan la discriminación y recordar que el VIH no discrimina: no importa el género, la edad, la orientación sexual ni la clase social. La información basada en evidencia es la única manera de empoderar a las personas y prevenir nuevos contagios.
Los medios de comunicación y los espacios públicos deben sumarse a esta misión. Informar con responsabilidad y promover una narrativa que humanice a quienes viven con VIH es clave. No son cifras en un informe sino seres humanos con historias, familias y derechos, que merecen respeto.
Combatir el estigma también es una cuestión de salud. Cuando las personas sienten que serán rechazadas, no buscan ayuda ni se someten a pruebas, poniendo en riesgo su vida y la de los demás. Por eso, la inclusión, la educación y la empatía son nuestras mejores herramientas para enfrentar este desafío como sociedad.
Costa Rica ha demostrado su capacidad para liderar la lucha contra el VIH en el ámbito médico, pero aún falta mucho por hacer en el campo social. Es hora de dar el siguiente paso y romper las cadenas de ignorancia y estigma que, hasta ahora, han sido una barrera más difícil de vencer que el virus mismo.
La verdadera cura al rechazo está en la educación y en el respeto. Solo así podremos construir una sociedad inclusiva y solidaria, donde vivir con VIH no sea motivo de marginación, sino una realidad acompañada de comprensión, apoyo y dignidad.