Un numeroso grupo de privados de libertad de diferentes centros penales fabrican de manera clandestina una tradicional bebida conocida como chicha, que degustan a fin de año.
Esta ilegal bebida etílica empiezan a fermentarla a como pueden a inicios de diciembre para tenerla lista para el 31 y así festejar la llegada del nuevo año entre los reclusos, inclusive la venden. Mediante incursiones a los ámbitos del presidio, los oficiales penitenciarios evitarán que esta bebida (por ser etílica) esté a disposición para el consumo de los reos, lo que en algunos casos origina riñas o alteraciones en el orden carcelario.
Según datos del Ministerio de Justicia, de mayo a la fecha se han decomisado más de 5.325 litros de chicha en todas las cárceles del país.
Para llegar a obtener la bebida los reos guardan residuos de frutas, fermento, algunos hasta pan añejo para aprovechar la levadura, azúcar y un galón, preferiblemente de plástico. Tapan el recipiente y lo dejan reposar para que fermente y luego la toman.
Fuentes cercanas a DIARIO EXRA revelaron que al menos el 70% de la población carcelaria ha probado este trago.
El comercio entre ellos y el consumo es “normal”, por lo que la policía tratará de evitar la ingesta de chicha en prisión.