Eduardo Flores Buitrago*
En nuestro sistema democrático, los partidos políticos representan la voluntad popular. Sin embargo, nos encontramos con partidos tradicionales cuya estructura interna parece estar en crisis y partidos emergentes que, nacidos del descontento, no logran captar suficientes nuevos militantes al carecer de una identidad que inspire confianza. Esta dinámica ha llevado a un sectarismo interno, donde las candidaturas a cargos de elección popular se disputan intensamente y cada dirigente busca destacar, generando divisiones y el nacimiento de nuevas organizaciones. Estas nuevas agrupaciones, muchas veces formadas por disidencias de los partidos tradicionales, no logran consolidarse y desaparecen rápidamente si no alcanzan el apoyo necesario.
Los partidos políticos son instituciones fundamentales en cualquier democracia, pero deben adaptarse y renovarse para evitar caer en los errores conocidos en nuestra región, donde las autoridades internas se perpetúan en el poder. La afiliación a un partido puede estar motivada por convicciones, conveniencia o intereses personales, y este balance es conocido tanto por militantes como por dirigentes. Es fundamental que el sistema político se enfoque en reformas electorales que permitan la representación auténtica de líderes locales, brindando a los ciudadanos la oportunidad de sentirse realmente representados.
El sistema electoral actual y la “plancha”: Hoy en día, las candidaturas se presentan en “planchas” o listas de candidatos, en las que el elector vota por un partido o color sin conocer a todos los postulantes de forma directa. Esta práctica ha desgastado las organizaciones políticas y disminuido la conexión entre los votantes y sus representantes. Este distanciamiento ha dado pie al surgimiento de nuevos partidos, muchas veces creados por disidentes que nunca encontraron oportunidades dentro de los partidos tradicionales.
La urgencia de la postulación uninominal: Es imperativo implementar una reforma que contemple la “postulación uninominal”, en la que los candidatos a cargos de elección popular sean postulados por nombre y apellido, permitiendo que los electores identifiquen claramente a su representante. Este tipo de reforma exigiría la creación de circuitos electorales en cada provincia en función del número de votantes, permitiendo a cada partido presentar candidatos individuales en cada circuito. Esto fortalecería el vínculo entre el candidato y el electorado, estableciendo un compromiso y responsabilidad directos de cada representante hacia su comunidad.
Los partidos con estructuras desgastadas tendrían la oportunidad de postular a líderes reconocidos en sus comunidades, recuperando así la confianza de los electores y renovando sus espacios en el ámbito político.
*Abogado