¿Corrupción material o cosa en estado de descomposición? Más claro no canta un gallo.
Nuestro país se encuentra en estado de descomposición, esta realidad no debe ser soslayada ni disminuida, mucho menos convertida en humor.
La situación es seria. La reforma fiscal es necesaria, ahora cubrimos apenas el 70% del total del gasto nacional, el resto el Estado lo satisface con bonos. O sea, es como si ganáramos ¢1.000 y gastáramos ¢1.300, definitivamente en algún momento vendrá el colapso.
Pero ¿con qué autoridad moral el Estado les puede pedir a los contribuyentes que paguen más impuestos? ¡Primero orden en la casa!
En este momento el gobierno bota dinero sin orden ni disciplina. Es como cuando el dinero en la casa no alcanza porque se gasta en viajes, auto nuevo, joyas…
Ante esto es necesario ordenar las finanzas, en ese punto si aún es necesario, entonces sí se puede salir a buscar nuevas fuentes de ingresos, pero en este momento el país dilapida el dinero a manos llenas y quiere que los ciudadanos continuemos pagando más impuestos para él poder seguir en lo mismo.
Si se ve austeridad en la función pública, se contribuye.
Hemos equivocado el camino, la política es para servir, no para servirse, mucho menos para pagar favores a través de gollerías, asesorías millonarias, concesiones, etc., despilfarrando el dinero de los contribuyentes.
Las instituciones contraloras poco a poco se van contagiando de esta corrupción. Casos como la trocha, la “Ley mordaza”, la carretera a San Ramón; el intento de aumento salarial desmedido por parte de los diputados.
Cuando se pretendió que estos mantuvieran la inmunidad después de concluido su periodo, e incluso cuando intentaron controlar la Corte Suprema de Justicia, solo por mencionar algunos.
En la Costa Rica de antaño era inconcebible tanto acto de corrupción.