Carlos Peña Quintana comenzó como coleccionista a la edad de 15 años en un viaje de 45 días por Europa al lado de su familia. El interés por conocer otras culturas y tener un recuerdo del lugar, más que una simple fotografía, hizo que comenzara su ardua labor de comprar en cada lugar un objeto que lo identificara y a la vez se convirtiera en un pedazo de historia para luego contar.
¨Mis papás han hecho el esfuerzo para que cada centavo que tengamos lo invirtamos en conocer el mundo. Yo prefiero no cambiar el carro y conocer el mundo, dos frases con las que me identifico (que encontré en Facebook y me llamaron la atención): viajar es el único gasto que lo enriquece a uno y uno necesita viajar para darse cuenta que lo que dicen es mentira¨, acotó.
Su colección representa más de 32 nacionales alrededor del orbe y consta de más de 200 piezas. Peña expresa que no tienen que ser caras o completamente extrañas para que formen parte de su colección, pero que sí tengan una historia interesante o formen parte de una anécdota del viaje.
En la zona VIP, como él denomina el estante de su cama, encontramos los objetos de mayor importancia y valor, entre los que se destacan una jarra de metal de Munich Alemania, representativa del Oktoberfest (muy tradicional para el consumo de cerveza) y un barco vikingo a escala, comprado en Noruega, el cual tuvo que cargar por todo un mes; además de un unicornio negro italiano regalado por su padre.
Otros objetos que podemos encontrar en su colección y que sobresalen entre los demás, se pueden mencionar las vacas del Cow Parade, jarra hecha de pata de cabra con piel de culebra para tomar maté, una cerbatana del Amazonas, un rosario bendecido por el papa Juan Pablo II, un bumerang de Australia, piedras (de 4km. bajo tierra) de Kiruna, Suecia y la más reciente adquisición, una máscara del Carnaval de Barranquilla.
No obstante, sin lugar a dudas, una característica de este coleccionista es que solo él puede limpiar y acomodar sus objetos de colección, ya que de esa manera él revive cada viaje y recuerda el sinnúmero de anécdotas, pero sobre todo porque tiene el control de cada uno de sus artículos, para evitar robos o pérdidas.
¨Solo yo puedo limpiar las cosas, de esta manera me doy cuenta que falta algo. Una vez intenté hacer un inventario, pero eran muchas cosas y no puede, ahora lo que hago es etiquetar cada objeto con el nombre del país y el año en que se compró. Recuerdo cuando yo estaba en el colegio, mis amigos me molestaban mucho porque tenía un montón de chécheres, decían que mi habitación parecía un bazar¨, agregó.
Otras de las cosas que colecciona Peña, en menos escala, son las botellas de Coca Cola y cerveza, vasos, periódicos y camisas de los bomberos.
Entre las metas cumplidas que Peña puede mencionar se destacan pasar fin de año en el Times Square, nadar en la barrera coralina de Australia y estar en un partido de la Premium Liga y entre sus planes está visitar África y Asia.
¨Para mí lo más importante de los objetos es el significado, no importa la cantidad, sino la variedad y las anécdotas que engloban para el día de mañana poder contárselas a mis hijos o llevarlos al mismo lugar para que conozcan¨, expresó.
La próxima semana conoceremos la historia de Germán Salas, un hombre de fe, que desde la infancia ha tenido el fervor y la devoción por coleccionar imágenes religiosas.