Cada cuatro años, hay personas que se apuntan para que las elijan en diputaciones y la población se encarga de decidir quiénes quedan para representar a los habitantes de las distintas provincias.
Pero entonces, así como el pueblo escoge, también debe tener la posibilidad de quitar a los diputados si no están haciendo bien las cosas, en especial porque muchas veces se olvidan cómo llegaron y tras de todo no les gusta que les pidan rendir cuentas.
Por el anterior motivo, muchas personas están de acuerdo con el proyecto mediante el cual se les podrían quitar las credenciales a los padres de la patria que no cumplan con sus labores, aquellos a los que se les pruebe que faltaron a su deber de probidad, y a quienes no legislen para la población, además a los que usen su puesto para beneficiar a familiares o amigos
Es preocupante que los legisladores en general se sientan intocables y que nadie los pueda remover de su puesto, por lo que hacen y deshacen, muchas veces no asisten a las sesiones, tienen reuniones y encuentros con personajes ligados a temas no tan legales y literalmente hacen de las leyes un avioncito de papel porque sienten que durante estos cuatro años nadie les puede mover el piso.
Por ejemplo, la diputada Ivonne Acuña se fue del país desde diciembre, no está legislando, ni cumple con las labores que tiene asignadas y aun así no pueden poner a nadie más porque ella no renuncia, cuando bien ese espacio podría ocuparlo alguien que sí quiera trabajar para que mejore el país.
Si bien la iniciativa no es popular entre los mismos congresistas porque, como diría el dicho, sería una soga para su propio pescuezo en caso de volver a ser electos, también resulta vital concienciar que, así como se puede despedir a un empleado porque no está cumpliendo con las métricas, también se puede exigir mayor calidad y seriedad a los llamados padres de la patria.
Para algunos, la propuesta se convertiría en una cacería de brujas, sin embargo, qué tiene de malo que si alguien no está cumpliendo con sus labores sea cuestionado, tal y como sucede con muchos de los mortales a quienes nuestros jefes nos supervisan y velan por que las labores que se nos asignan se cumplan.
¿O acaso los diputados, cuando vuelven a sus trabajos ordinarios, no les miden la productividad, les piden cuentas y, en caso de incurrir en alguna falta no los sancionan? Lo que es bueno para el ganso también debe serlo para la gansa.
No se trata de una persecución, el asunto resulta tan sencillo como lo que nos enseñaron desde que estamos pequeños: hay cosas buenas o malas, no puede ser a medias ni mucho menos porque algo sea legal no quiere decir que se torne moralmente bien visto.
Pero extraña mucho que el proyecto ya avanzado y discutido empiece a tener anticuerpos, como buscando dejarle la pelota en la cancha a los nuevos diputados en lugar de decir con valentía que ellos colaboraron para mejorar la labor del Congreso.
No quedará más que darles trámite a las mociones que se le pusieron para ver si logran votar la iniciativa antes de dejar sus curules y no seguirle dando largas y estando a la espera de la buena voluntad de los nuevos inquilinos de la Asamblea Legislativa.
Ser diputado es un gran honor que pocas personas tienen, por eso quienes cuentan con dicho privilegio deben tratar de dar lo mejor de sí y dejar en alto no solo su nombre sino también de las regiones que representan, porque luego se quejan de que la gente no volvió a votar para darles un diputado a ciertos partidos, pero es que sus representantes quedaron debiendo bastante.