Casa Jaguar es una extensión del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) que se encarga de atender tanto a menores de edad con problemas de adicción al consumo de drogas como a sus familias.
Michelle López, psicóloga del centro, comentó a Diario Extra que algunos niños y adolescentes son referidos por la Oficina Local del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), otros provienen del programa Nuevos Horizontes del Hospital Nacional de Salud Mental, y también hay quienes llegan por orden judicial, como una alternativa a la cárcel juvenil.
El proceso para ingresar es meticuloso: los interesados deben presentarse antes de las 7:00 a.m., acompañados de un encargado legal de ser posible, para una evaluación médica inicial en que se determina si necesitan internamiento o pueden manejarse de forma ambulatoria.
En los casos detectados con una necesidad severa, y si el grupo familiar no da su consentimiento, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) puede intervenir para proteger al menor.
El programa cuenta con 15 cupos para hombres y 10 para mujeres, que suelen estar llenos debido a la alta demanda. Durante 90 días, los jóvenes reciben un tratamiento integral enfocado en su recuperación y reinserción social.
“Participan en sesiones individuales y grupales, donde aprenden sobre prevención de recaídas, autocuidado, motivación al cambio y educación emocional”, explicó López.
El equipo interdisciplinario está compuesto por médicos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales y asistentes de pacientes, quienes trabajan en conjunto para brindar una atención personalizada.
Además, los familiares pueden recibir respaldo emocional y orientación para contribuir al proceso.
Desafíos
La dependencia de sustancias en menores de edad está influenciada por múltiples factores como el entorno social, la negligencia familiar y la accesibilidad a drogas.
En muchos casos, el uso problemático se vincula a situaciones de abuso, explotación o violencia, lo que agrava las condiciones de estos jóvenes.
La profesional en salud mental amplía que, en los últimos años, surgió una preocupación particular por el uso de vapeadores, pues contienen nicotina y otras sustancias adictivas.
Aunque existen regulaciones que prohíben su venta a niños y adolescentes, la realidad es que estos productos se tornan muy accesibles para esta población y representan un nuevo desafío en la lucha contra las adicciones.
Como subrayó López, “el objetivo final del programa es que los jóvenes logren identificar sus factores de riesgo y fortalecer sus herramientas para mantenerse alejados del consumo”.
Tras completar el entrenamiento, se les da seguimiento por seis meses y, en caso de recaídas, se valoran nuevas opciones de tratamiento, que incluyen centros con metodologías más extensas.