Hace varias semanas, se venía discutiendo en la Asamblea Legislativa el proyecto 21810, que limitaría la reelección de los alcaldes y otros funcionarios municipales.
Desde el inicio de la discusión, hubo personas en contra y otras a favor, como era de esperarse, sin embargo, finalmente los diputados aprobaron dicho proyecto este martes luego de la controversia del lunes, cuando se aseguró que algunos legisladores se salieron del Plenario, según las malas lenguas para no tener que votarlo.
Pero bueno, luego de los dimes y diretes, resulta inevitable entrar en el tema, pues muchas personas celebran la aprobación de este proyecto porque ya los alcaldes no se quedarían de forma permanente en sus puestos.
Conviene tener claro que esto ha ocurrido porque en las elecciones municipales la participación ciudadana es muy baja y no hay un porcentaje mínimo para que una persona quede electa, lo que conlleva a que, si alguien saca solo 100 votos y es el que más obtiene, resultará electo o se mantendrá cómodamente en su puesto por otros 4 años.
Esto provocó que muchas personas se mantuvieran en estos puestos por décadas, dando una situación de confort a quienes ostentaban el poder, pero para el resto de los empleados generaba preocupación, porque entendían quién tenía la papa en la mano y muchas veces actuaban ante el temor de ser sancionados o despedidos por no hacer lo que deseaba el alcalde de turno.
Con este proyecto no es que no van a volver a quedar caras conocidas, sin embargo, deberán esperar 8 años para competir de nuevo por el puesto, lo que permitirá que más personas tengan la oportunidad de acceder al municipio para implementar sus ideas y proyectos.
En el caso de los vicealcaldes, regidores propietarios y suplentes, también tendrán que esperar un rato para volver de nuevo a estos mismos puestos, pero contarán con la posibilidad de postularse para otros cargos sin problemas.
Si nos ponemos a pensar en frío, cuatro años son muy poco tiempo para concretar algunos proyectos que ocupan de más acciones para crecer y desarrollarse, así que 8 años parece ser el tiempo justo para plantear, aprobar y llevar a cabo las promesas que se hagan en campaña.
Muchos afirman que este proyecto ya era necesario y quizá el caso Diamante vino a acelerar la aprobación de la reforma al dar pistas de algo que era un secreto a voces: muchas veces, cuando algunas personas pasan mucho tiempo en un puesto, se puede prestar para que otras personas los llamen para pedirles favores y algunos otros casos en que empresas o personas se crean con la autoridad para ofrecer premios o intercambios por “agilizar procesos”. Sin embargo, si la gente no se afianza en los puestos, no se dan estas confiancitas que luego se prestan para otras situaciones.
La idea es que el pueblo gane con personas que tengan ideas frescas, novedosas, que vengan con ganas de trabajar, pero también que se comprometan a ser los mejores para quedar en la retentiva del electorado, que los vuelva a escoger en caso de volver a postularse.
Ya no nos ganará la costumbre, nos tocará a fuerza ver quiénes ofrecen las mejores propuestas para nuestros barrios, para de esta manera escoger lo que más nos conviene y no simplemente porque nos caen bien o por aplicar aquel viejo refrán que dice “mejor viejo conocido que nuevo por conocer”.
No podemos perder de vista que en la actualidad las municipalidades juegan un papel preponderante en el desarrollo de los cantones, pues tienen presupuestos, y en sus manos está la oportunidad de mejorar la convivencia vecinal, con proyectos y propuestas que queden para el futuro y no sean flor de un día.
Pese a todo lo anterior, existe un sector que no está de acuerdo con estas reformas y usará todos sus recursos para traerse abajo el proyecto. Habrá que ver finalmente quién gana esta batalla.