Se sabe que muchas culturas antiguas creyeron firmemente en la capacidad del ajo para curar enfermedades. Por ejemplo, los antiguos egipcios pensaban que ayudaba a aumentar la fuerza, la productividad, mejorar la circulación y deshacerse de las plagas de insectos, mientras que para los antiguos griegos realzaba su valor y protegía su piel contra el veneno.
Así que los científicos llevaron a cabo extensos estudios sobre esta planta corroborando que es un gran alimento, pues previene la aterosclerosis, ataques cardíacos y enfermedades del corazón, reduce los niveles de colesterol y presión arterial, los síntomas del resfriado, la fiebre del heno y ayuda a tratar la infección por hongos, cura las picaduras de insectos y la diarrea, elimina las toxinas y fortalece el sistema inmunitario.
Pero también es conocido por aliviar los síntomas de una próstata agrandada, diabetes, osteoartritis y, cuando se combina con cebolla y jengibre, tiene la capacidad de desintoxicar el cuerpo después de una sesión de quimioterapia.
En cuanto a la miel, cuenta con propiedades antisépticas y antibacterianas, por lo que puede ser usada para ayudar a curar quemaduras y heridas o con los problemas del sistema digestivo. Alivia el dolor de las resacas y dolores de garganta, es un impulsor de la energía, aumenta el sistema inmunológico, ayuda a hidratar y mantener la piel lisa, es rica en antioxidantes para combatir el cáncer y puede aliviar el estrés tanto como mejorar el sueño.
RECETA PARA LAS DEFENSAS
Resulta que combinar los dos alimentos anteriores proporciona una cura natural que fortalece el sistema inmunológico y mantiene el cuerpo sano, de modo que, si se encuentra mal, una cucharada de esta mezcla le ayudará a sentirse mucho mejor.
Para fortalecer su sistema inmunológico, tome una cucharada cada mañana antes de comer o beber, ya que, si el estómago está vacío, el cuerpo absorbe todos los nutrientes vitales.
Tome 3 o 4 cabezas de ajos, separe los dientes y, sin perlarlos totalmente, colóquelos en un frasco de vidrio. Agrégueles una taza de miel cruda y con una cuchara revuelva para liberar cualquier aire atrapado.
Asegúrese de que los dientes están completamente cubiertos y cierre el frasco con la tapa, dejando la mezcla en la nevera o a temperatura ambiente durante unos días, antes de empezar a consumirla.
Como el sabor del ajo es sumamente fuerte y no a todos les agrada, puede agregar hierbas o jugo de limón para darle un gusto adicional.