El inicio de un nuevo año siempre es una oportunidad para plantearnos propósitos, no solo como individuos, sino como sociedad.
Así como muchas personas hacen listas de metas que buscan cumplir, los países también necesitan propósitos claros que guíen su rumbo y fortalezcan su bienestar.
En el caso de Costa Rica, 2024 debería ser el año para dejar atrás las divisiones y construir juntos una nación más competitiva, próspera y justa.
El primer propósito debe ser superar la polarización política. Las diferencias ideológicas no pueden seguir frenando el diálogo ni la búsqueda de acuerdos que beneficien al país entero. Es urgente que los líderes políticos comprendan que construir puentes es más efectivo que levantar muros y el verdadero progreso nace de la unidad en la diversidad.
En la ruta hacia una Costa Rica más competitiva, es esencial devolver la confianza al sector privado. Las empresas, grandes y pequeñas, son las principales generadoras de empleo, permitirles trabajar con menos trabas burocráticas y fiscales, no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también mejora la calidad de vida de miles de costarricenses. Competitividad significa empleo, innovación y estabilidad, esa debe ser nuestra meta compartida.
Otro propósito clave es consolidar la salud fiscal, pero con una estrategia equilibrada. La reducción del gasto público debe ser la brújula, evitando recurrir únicamente a más impuestos que afectan a quienes menos tienen.
Este esfuerzo debe venir acompañado de un Congreso que trabaje con visión de futuro, impulse reformas necesarias y no se pierda en debates estériles. La acción legislativa debe ser constructiva, priorizando proyectos que fortalezcan la justicia social, económica y ambiental.
Por último, la justicia pronta y cumplida debe ocupar un lugar destacado en nuestra lista de propósitos como país. Un sistema judicial eficiente es el pilar de la democracia y el respeto al Estado de derecho.
No podemos seguir permitiendo que los casos tarden años en resolverse, especialmente aquellos que involucran corrupción, violencia o violaciones a los derechos humanos.
Así como las personas suelen abandonar sus propósitos a mitad de año, Costa Rica no puede permitirse que estas metas queden como simples intenciones en el papel.
Cumplirlas requiere compromiso y trabajo constante, pero también esperanza. Ojalá que este Año Nuevo traiga consigo la fuerza y la voluntad para convertir estas metas en realidad, porque un país que avanza unido es el mejor regalo que podemos darnos como nación.