La expresión “préstamos atados” se refiere a los que se hacen a países y cuyos fondos deben ser utilizados en adquirir bienes o servicios únicamente del país que se los presta. Con ejemplos entendamos la diferencia que hay entre una donación, un préstamo no atado y un préstamo atado. En el primer caso, lo ilustra el obsequio que nos hizo China del estadio nacional. Un ejemplo de lo segundo es la línea de crédito que el Banco Mundial le da a Costa Rica para financiar un proyecto hidroeléctrico, por el cual puede adquirir la maquinaria, equipo y construcción en una cantidad grande de países. Ejemplos del tercero son el financiamiento del gobierno chino para construir la refinería de SORESCO, la carretera Río Frío-Limón o para buses y taxis producidos allá.
Dejemos de lado el caso de una donación, que se supone no introduce costos económicos para el país receptor (claro que puede haber costos políticos, entre otros similares). Digamos que aplica aquello de “a caballo regalado…”. Lo que me interesa analizar es la importancia para el país de tener préstamos no atados en comparación con recibir empréstitos atados.
Aquí entra en juego la libertad de un país para escoger. Si los préstamos no vienen atados a que el país prestatario (Costa Rica) tenga que adquirir los bienes o servicios en el país prestamista (China), se podría escoger lo de mejor calidad y posiblemente a menores precios. Un estudio del 2008 de la OECD (en la cual estamos haciendo fila para ingresar) titulado The Development Effectiveness of Untied Aid, señaló que “se ha documentado claramente que la ayuda atada eleva el costo de los bienes, servicios y costo de las obras entre un 15% y un 30% en promedio…”. Casi nada.
La ayuda no atada permite al país receptor escoger los bienes y servicios que desea adquirir, a los menores precios posibles vigentes en el mercado. Evita tanto la presencia de prácticas no competitivas en el interior del país, así como en la nación que otorga ayuda atada. Asimismo, con un préstamo no atado es posible adquirir bienes y servicios que tengan la mejor calidad posible, opción que tal vez no se podría tener en el caso de ayuda atada.
Otro problema con un préstamo atado es que el país que reciba esos fondos (no parece ser el caso de los préstamos chinos recientes) debe usarlos en proyectos específicos que tal vez no desearía llevar a cabo. Por ejemplo, para adquirir paneles solares muy costosos y relativamente ineficientes o comprar buses y taxis que no son los mejores. Pero no deseo prejuzgar.
Se me dirá que el país no tiene la opción de recibir préstamos no atados (y, menos aún, donaciones) y se ve “forzado” a aceptar la opción de los préstamos atados. En tal caso, aceptar estos últimos podría ser la única mejor opción disponible, pero me parece que tal vez los gobernantes del país no han hecho bien su tarea. Por ejemplo, podría darse la posibilidad de que la refinería no se haga producto de un préstamo atado, sino que la empresa privada la haga. O que la carretera a Limón se financie con préstamos de organismos multilaterales, como el Banco Mundial o el BID.
No excluyo la posibilidad de que, dada la buena experiencia laboral vista en la construcción del Estadio Nacional, la ayuda china atada resulte ser la mejor elección, tal como se lograría si los préstamos no fueran atados. Pero eso deberá valorarse y no se ha hecho, lamentablemente. A veces lo que se cree que es muy barato, puede resultar ser muy caro. Por eso es conveniente que las cosas se valoren y comparen adecuadamente.