La Asamblea Legislativa es el epicentro de las decisiones que afectan a todos los costarricenses. Desde temas económicos, hacendarios y de derechos humanos, hasta cuestiones regionales, de gasto público y culturales, su responsabilidad es enorme.
Sin embargo, los diputados parecen perder de vista lo fundamental y priorizar lo trivial. Lo que ocurrió recientemente es un reflejo de ello.
La aprobación en primer debate del proyecto de ley que declara el 3 de mayo como el Día Nacional del Swing Criollo puede entenderse dentro de la función del órgano de resguardar la identidad cultural.
Nadie cuestiona el valor de dicha danza costarricense, su historia y legado, pero hay una pregunta obligatoria: ¿es el momento adecuado para enfocarse en esto?
La propuesta, que data de 2021 y fue impulsada por una exdiputada del Partido Acción Ciudadana (PAC), marcha sin tropiezos en el Congreso mientras que otras de mayor impacto para el desarrollo del país siguen estancadas.
Del mismo modo, hay otras iniciativas de ley que no generan mayor impacto nacional: el expediente 24.281 pretende declarar la marcha fúnebre “Duelo de la Patria” como símbolo nacional.
Del mismo modo, existen otras iniciativas de ley que no generan mayor impacto: el expediente 24.281, que pretende declarar el “Duelo de la Patria” como símbolo nacional, y el 24.775, impulsado por el diputado José Joaquín Hernández del PLN, el cual busca que el volcán Arenal también se convierta en símbolo costarricense. Así como el plan para “el control de cocodrilos y caimanes”, promovido por Leslye Bojorges, excandidato presidencial del PUSC.
Otras tantas iniciativas pretenden declarar personajes y figuras como “ciudadanos distinguidos”.
A todo ello, se debe sumar el tiempo desperdiciado tanto en Plenario como en comisiones, donde los gritos, discusiones, señalamientos, recesos y uso de celulares son cosas de todos los días.
¿Dónde está la discusión sobre la reforma a las jornadas laborales 4×3? ¿Qué ha pasado con las iniciativas para la modernización del mercado eléctrico, cuando el costo de la energía ahoga a familias e industrias?
No solo el mercado eléctrico necesita atención urgente. La crisis fiscal continúa siendo un asunto latente, pero los proyectos que buscan un Estado más eficiente y menos costoso avanzan con demasiada lentitud.
La reactivación económica, que debería ser un eje central del debate legislativo, parece perderse entre sesiones de control político sin consecuencias verdaderas y discusiones de leyes de poco impacto en la vida diaria de los costarricenses.
El problema no radica en que se apruebe un día conmemorativo para una expresión cultural nacional, sino que se haga mientras la agenda legislativa está empantanada en temas de trascendencia real para la economía y el bienestar de los ciudadanos. Se pueden reconocer nuestras tradiciones sin dejar de lado las urgencias del país. Si el Parlamento tiene tiempo para estos proyectos, debería asegurarse que asuntos de mayor impacto estén progresando en paralelo.
Costa Rica no puede permitirse una Asamblea Legislativa distraída en cuestiones simbólicas, en tanto las reformas estructurales apremiantes siguen acumulando polvo.
Se necesita una agenda robusta, en la que se avance en múltiples frentes, pero con un claro sentido de prioridad. La inacción legislativa cuesta caro y afecta directamente a los sectores productivos, la inversión extranjera y la estabilidad de la nación. Los costarricenses requieren soluciones a problemas concretos: generación de trabajo, mejora en la infraestructura, reducción del costo de vida, eficiencia en el gasto público y seguridad ciudadana.
La crisis de seguridad ha alcanzado niveles preocupantes y no hay una respuesta contundente desde el Congreso. No podemos darnos el lujo de que esté entretenido en debates de poca relevancia mientras la población sigue sufriendo por la falta de oportunidades, la inseguridad y la incertidumbre económica.
Debería enfocarse en iniciativas que garanticen mayor calidad educativa, fomenten la capacitación técnica y profesional, y promuevan alianzas estratégicas con el sector productivo para reducir el desempleo juvenil.
El tiempo es un recurso limitado y la Asamblea Legislativa no puede darse el lujo de desperdiciarlo en propuestas de menor relevancia.
Se requiere un compromiso auténtico con las necesidades de la ciudadanía y una visión estratégica que impulse el desarrollo del país. No es mucho pedir que los diputados se enfoquen en lo realmente importante. Pongámonos serios, pongámonos a trabajar.