El principal sospechoso de dispararle a la oficial Kimberly Suárez en la cabeza conocerá su futuro jurídico el lunes 18 de abril, por lo que probablemente pasará rezando en Semana Santa.
Se trata de un hombre de apellidos Ruiz Juárez, para quien la Fiscalía solicitó 39 años de prisión por los delitos tentativa de homicidio, maltrato, ofensas a la dignidad, amenazas contra una mujer, daño patrimonial y resistencia agravada.
En la sala 7 de los Tribunales de Justicia de Heredia, donde se realiza el juicio, el imputado pidió perdón e indicó que es consciente del problema en el que se metió y acepta la responsabilidad de todo.
Sin embargo, después de esta declaración, Betsy Paniagua, representante del Ministerio Público, afirmó que su testimonio fue una burla ante los jueces, pues lo que dijo no tiene concordancia con varios de los hechos demostrados.
FUE A AYUDAR
La oficial de la Fuerza Pública acudió a un llamado por violencia doméstica en la urbanización Siglo XXI de Llorente en Flores, Heredia, donde Ruiz le quitó el arma de reglamento a otro policía que le hizo una llave en el cuello para someterlo a la impotencia y le dejó las manos libres.
Posterior a una serie de forcejeos, el hoy imputado logró soltarse y otro de los uniformados se percató de que tenía un arma en la mano, con la cual los apuntó y amenazó, por lo que tanto Suárez como sus colegas buscaron refugio a un costado de la patrulla.
Suárez, preocupada por la mujer que en ese momento era agredida, en un momento se asomó por encima de la unidad para ver si estaba bien y recibió el balazo de una Beretta F92 nueve milímetros.
Durante el juicio, Ruiz manifestó que el día de los hechos intentó descargar el arma y esta se accionó. La bala rebotó contra el suelo, salió por la puerta que tenía cerrada y le pegó a la uniformada en la cabeza.
A la oficial la llevaron de inmediato en ambulancia al Hospital México.
CAMBIO DE VIDA
Sin siquiera tener consciencia de lo que sucedía a su alrededor por encontrarse en coma, el 11 de enero operaron a Suárez y no fue hasta el 17 de ese mismo mes que despertó.
Karla Nancy Ramírez Solano, abogada de la uniformada, dijo que en un dictamen médico que se encuentra en su poder se lee que la ofendida tras despertar no podía hablar, moverse, comer ni tragar, por lo cual tuvo que ser alimentada con licuados por medio de sondas.
“Es el 17 de febrero que le dan la salida en el hospital, bajo condiciones siempre críticas, ahí empiezan las terapias en el INS”, dijo la licenciada.
Para el 18 de marzo, consta en el dictamen, Kimberly Suárez asistió a citas en neurocirugía, terapias de lenguaje, entre otras y presenta alteraciones en la memoria.
Durante la sesión, la licenciada mencionó que una de las secuelas más dolorosas que enfrentó la oficial es que al principio no reconoció a su hija e incluso no aún no puede abrir la tapa de una botella con la mano derecha o caminar distancias largas porque la pierna derecha no le responde.
“La mamá de Kimberly, doña Analía, dice que ella tiene crisis emocionales, escucha voces, se vuelve agresiva, de repente no quiere hablar, esas son las crisis emocionales, incluyendo las convulsiones, que son como 4 aproximadamente al mes”, contó Ramírez.
Agregó que Suárez debe tomar 11 pastillas y depende de su mamá para tomárselas porque no tiene la capacidad de hacerlo por sí misma.
“Kimberly le dice que no puede atender a su hija, alistarla cuando ella se va a la escuela, que no la puede ayudar a realizar tareas porque no sabe cómo se hace”, detalló la abogada.
LAS PARTES
Ramírez solicitó que se declare con lugar la acción civil resarcitoria y se condene a Ruiz a pagar los daños ocasionados contra su representada por un monto de ¢128.935.297 más las costas del proceso y las personales.
Mientras que la defensora del imputado pidió que se analicen las pruebas, así como la declaración brindada por el imputado.