Molestias por cortes no programados
Preparar el almuerzo, lavar la ropa de la semana y bañarse para ir a la escuela o trabajo podrían parecer tareas sencillas, sin embargo, vecinos de la comunidad de Hatillo no pueden realizarlas con normalidad pues, pese al aumento de las precipitaciones, los cortes de agua son pan de cada día.
Esta situación no es nueva para ellos, no obstante, con la llegada de la época lluviosa tenían la esperanza de que el faltante del preciado líquido disminuyera, panorama alejado de la realidad.
“La excusa que nos dan es que no ha llovido, pero uno ve que sí llueve y no llueve un poquito, llueve bastante y ellos cuando quieren la cortan. Ellos no han explicado nada”, comentó Yanixsia Arias, una de las perjudicadas.
Durante marzo de este año, habitantes de los barrios del sur capitalino se lanzaron a las calles a denunciar que pasan hasta 12 horas sin el recurso hídrico, pero las autoridades del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) aludieron que la sequía provocada por el fenómeno de El niño causaba la escasez.
SEDIMENTO
Con la llegada de la temporada de lluvias y la entrada de La Niña, las justificaciones de los jerarcas han cambiado y señalan que el agua que llega a las plantas potabilizadoras está “turbia” o con tierra y sedimentos.
“Nuestras plantas potabilizadoras se abastecen de quebradas o de ríos que en las partes altas se llenan mucho de turbiedad y hacen que el agua se ponga muy llena de tierra, barro, entonces cuando eso ocurre nosotros no podemos potabilizar porque el agua sale café de las plantas”, explica Alejandro Calderón, subgerente del AyA para la Gran Área Metropolitana (GAM).
Sin embargo, Arias apunta que este no es un problema para toda la población, pues “a la gente que tiene plata les dejan el agua, pero a uno no. Cuando llegan los recibos no hay ningún tipo de rebajo y cobran como si hubiera agua”.
Adultos mayores, amas de casa y menores de edad son los más afectados, ya que los cortes inesperados y repentinos “no les da ni chance para recoger para la comida, bañar a mi hija ni lavar el uniforme de ella”, amplia la lugareña.
A este reclamo se une Carmen Valenciano, de 68 años, quien cuenta que “como adulta mayor y con mi padecimiento de fibromialgia, me cuesta mucho estar recogiendo agua y jalar botellas. Es demasiado incómodo por lo pesadas”.
SOLUCIÓN LEJANA
A pesar de las protestas, los reclamos y las conversaciones, el AyA manifiesta que los vecinos ahora deberán aguardar que bajen las precipitaciones para que los caudales dejen de tener suciedades.
“Hay esperar a que pase el temporal lo que va a hacer que los ríos queden con muy buen caudal y con agua que ya se puede potabilizar, pero hay que esperar a que se limpien esos ríos, que nosotros podamos ir con las cuadrillas nuestras a quitar todos los troncos y hojas”, detalla Calderón.
Con el aumento de las lluvias y las constantes ondas tropicales, así como el fenómeno de La Niña, los afectados vuelven a quedar en un limbo y lo mínimo que solicitan es que se respeten los horarios que les comunican.
“No nos resuelven nada, ahí nos tienen nada más mandándonos comunicados: de tal hora a tal hora se va a quitar y no cumplen a la hora de que la van a poner. A veces es día y hasta la madrugada la ponen. Yo como adulta mayor no voy a estar ahí esperando hasta que ellos resuelvan”, añadió Valenciano.
DIFÍCIL SITUACIÓN
• Yanixsia Arias
“Uno como madre trata de que sus hijos estén bien. Entonces que ellos se pongan un poquitito la mano en el corazón, que ellos están en todo su derecho de quitarla, pero que por lo menos pongan un horario para poder uno acomodarse y tenerles comida a los hijos ¿Cómo se le va a decir a un chiquito de cinco años que no tengo comida?”.
• Carmen Valenciano
“Yo lo que pido es que cooperen con nosotros porque al menos aquí en Hatillo 7 somos muchos adultos mayores, hay muchos niños también y para nosotros es demasiado difícil esta situación, que ellos vean y hagan conciencia de que es algo vital para todos nosotros”.