La necesidad de salir de su país tras ser perseguidos políticamente o el simple hecho de buscar una mejor sostenibilidad económica hacen que muchas personas e incluso familias completas con niños se arriesguen a realizar la travesía mediante El Tapón de Darién en Panamá.
Esta travesía consta de una serie de rutas peligrosas, donde algunos de los que se arriesgan a realizarla pierden la vida. Entre los recorridos que realizan con guías se encuentra la Montaña de la Muerte, lugar donde más de uno no llega o fallece, pues si la comida que llevan se les acaba no tienen dónde buscar.
Paola Salazar Mendoza, migrante venezolana, se acercó a DIARIO EXTRA para contar que ella, su esposo y 2 hijos se prepararon con dinero y comida para realizar esta gran caminata entre la lluvia, el barro y miles de peligros, pues tuvieron que dormir en la selva del Darién, zona llena de monos, pumas y otros.
“Ingresamos el 15 de febrero, duramos 7 días en la travesía, nos dirigió un guía y nos fue llevando a otros campamentos. El cuarto día nos quedamos sin comida, sin agua, sin nada para darles a los niños”, explicó.
Según su relato, afortunadamente se encontraron con unos haitianos y africanos que les extendieron la mano y les brindaron alimento para poder continuar.
SALIERON DEL PAÍS
La venezolana relató que su hermano era militar en el gobierno de Chávez y tras el cambio al mandato de Maduro, se retiró a pesar de ser uno de los mejores, motivo por el cual los soldados intentaron localizarlo por cielo y tierra.
Sin embargo, no dieron con su paradero. Esto hizo que un día secuestraran a su esposo y lo torturaran. Intentaron asfixiarlo con una cuerda y le solicitaron $3.000. “Él dijo que se los iba a conseguir, entonces lo soltaron e inmediatamente agarramos nuestras cosas y nos fuimos”, expresó.
TRAVESÍA
Una vez que salieron de su hogar y llegaron a Colombia, buscaron una lancha que los llevara de la ciudad de Necocli a Capurganá. En esta última los guías les cobraron $150 por persona para realizar a pie la travesía que duró 7 días.
“Tantos días caminando, el cansancio hace que botes los bolsos para poder seguir y ayudar a los hijos que caminen”, mencionó Paola.
Agregó que se mantuvieron mojados, pues la selva tiene la característica de ser lluviosa. “A las 4 a.m., uno todo mojado, con lo que tiene, el guía dice ‘vamos’ y uno tiene que arrancar, correr y salir tras de él para no perderse”.
Además, tuvieron que realizar otro desembolso de $30 cada uno para ser trasladados a un campamento que se encuentra en Migración Panamá.
Para salir de este lugar, tuvieron que pagar otros $30 por cada miembro de la familia con el propósito de ser subidos en piraguas (troncos artesanales) sobre un río con cocodrilos por 5 horas, hasta llegar a Puerto Limón.
“Cuando llegué a Puerto Limón hay un combo bien grandote de los militares panameños que montan a los inmigrantes y nos mandan para un refugio que se llama Chiriquí”, acotó.
TRAUMA PSICOLÓGICO
A Chiriquí llegaron con los pies hinchados, deshidratados, con angustia y depresión. “Actualmente estoy tomando pastillas para dormir, queda uno con mucho trauma psicológico, ve personas muertas, uno trata de que los niños no los vean. Siempre los guiaba como si fuera una aventura y cuidándolos”, dijo la venezolana.
No solo los cadáveres fueron motivo para que esta y otras familias quedaran con un trauma, pues también escucharon animales que salen en las noches mientras duermen, pero no se les acercaron.
Además de esto, las necesidades alimenticias les provocaron problemas en su sistema digestivo, pues tuvieron que tomar agua de río y en ocasiones comer durante el día confites para mantenerse en pie.
“Allá nos ayudaron unos africanos que nos regalaron medio kilo de espagueti y lo ligaba con un atún. Uno hace fogatas, muchos tienen ollas y nos las prestan, entonces uno puede cocinar”, contó.
VINIERON A QUEDARSE
“Nuestro destino es Estados Unidos, pero los 7 días allá, uno de mis hijos se enfermó, me vomita la comida, le dan dolores de cabeza. Es por comer comida de la calle, porque no cocinamos, sino que todo lo que se hace en la calle es lo que tenemos para solucionar”, indicó la venezolana.
La familia se fue a sacar un carné en Migración para quedarse un tiempo en Costa Rica mientras encuentran trabajo y esperan que los más pequeños mejoren física y psicológicamente.
Uno de los niños al tratar de dormir grita al pensar que se encuentra en la selva y debe levantarse para que no los dejen atrás.
Para ayudar a esta familia puede hacerlo comunicándose con Paola al teléfono 6477-1475.