Este miércoles 26 de abril la Escuela de Economía de la UCR, mi casa académica, rindió un muy merecido homenaje a Pepita Echandi.
Pepita fue una mujer de avanzada que con su vida abrió caminos en una profesión que era muy predominantemente masculina, en la época tan radicalmente patriarcal que se daba hace solo unas pocas décadas.
Estudió economía en nuestra escuela en los años cincuenta, lo que era muy raro. Diez años después, cuando yo terminaba mi licenciatura en economía, solo había una compañera.
¡Quién lo hubiera dicho! También en la siguiente década estudió en Denver y realizó cursos de posgrado nada menos que en la Universidad de Chicago en los años sesenta.
Era entonces la Universidad de Chicago con sus escuelas de economía, de administración de negocios y de derecho el centro de atención de la academia mundial por el desarrollo del monetarismo de Friedman; del estudio del capital humano y el desarrollo económico de Schultz; del funcionamiento de los mercados y la regulación de Stigler; de los costos de transacción, la empresa y la regulación de Coase; el costo del capital y el financiamiento de las empresas de Miller; dela extensión de la metodología de la economía a otros campos de Becker. Todos ellos entre los 13 premios Nobel en economía de la Universidad de Chicago.
Era también la Universidad de Chicago un centro de liberalismo, en todo el sentido filosófico, político y económico de la palabra. La idea de que somos libres, que la libertad nos da dignidad, que la libertad es una sola, que la responsabilidad que conlleva la libertad debe ser asumida y que la libertad de los demás es igual a la propia y nos limita.
Y Pepita fue una gran liberal. Fue socia de ANFE.
Pepita abrió también camino a las mujeres en el ejercicio de la carrera de economista.
Desde que era estudiante en nuestra Escuela de Economía empezó a trabajar en el Departamento de Desarrollo Económico, antecesor del Instituto de Investigaciones Económicas de la UCR. Fue el ente que inició la construcción de las cuentas nacionales. Allí muy jovencita ya estaba Pepita.
Cuando surgió Ofiplan y después en Mideplan, allí colaboró Pepita.
Establecimos en 1968 de la mano de don Manuel Jiménez el Centro de Promoción de Exportaciones y de Inversiones (Cempro), y allí también colaboró Pepita.
Y en varios períodos fue directora de nuestro BCCR.
Con sus conocimientos de macroeconomía desarrollados en la Universidad de Chicago llegó a enseñar a nuestra Escuela. Fue alumna de Arnold Harberger y de esa relación creo yo que nació su interés de siempre poner su economía al servicio de aplicaciones al mundo real. Fue una gran profesora. Todos los que tuvieron la dicha de ser sus alumnos la elogian.
Pepita también abrió corazones.
Fue mi amiga y la amiga de Andrés, mi hijo. Era la amiga de los profesores, de sus asistentes, de sus alumnos, de quienes no tuvieron la dicha de serlo.
Agradezco a Isabel Cristina Araya, la directora de nuestra Escuela de Economía, y a Juan Rafael Vargas que me hayan invitado a participar en este tan merecido homenaje que fue una bellísima ocasión. Gracias a muchas personas que contaron anécdotas, vivencias, ocurrencias que tuvieron la dicha de compartir con Pepita. Con sus intervenciones hicieron presente el corazón lleno de afecto por los demás, el espíritu humano y humorístico y la empatía de Pepita.
Estoy seguro de que Pepita lo disfrutó muchísimo.