Dra. Ana Yendry Morales
La familia es el primer entorno social en el que se desenvuelven los adolescentes. Los patrones de comunicación, la resolución de conflictos y las relaciones de poder que se establecen en el hogar influyen significativamente en la manera en que los jóvenes perciben y experimentan sus relaciones afectivas. Una dinámica familiar deficiente, caracterizada por la falta de comunicación, la violencia, el abuso emocional o la negligencia, puede dejar a los adolescentes vulnerables a desarrollar comportamientos tóxicos en sus relaciones de pareja.
Modelo de relación violenta: los adolescentes que crecen en hogares donde hay violencia doméstica o abuso emocional pueden normalizar estos comportamientos.
La exposición a estas dinámicas puede hacer que consideren la violencia como una forma aceptable de resolver conflictos o de ejercer control sobre sus parejas.
Esta internalización de comportamientos agresivos puede manifestarse en relaciones románticas, perpetuando el ciclo de la violencia.
Consecuencias
• Problemas de salud mental: la violencia en las relaciones puede contribuir a dificultades de salud mental como la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático. Los adolescentes que experimentan violencia en sus relaciones son más propensos a desarrollar estos problemas, lo que puede afectar su rendimiento académico y su bienestar general.
• Reproducción de patrones violentos: la violencia en las relaciones de pareja durante la adolescencia no solo afecta a los individuos involucrados, sino que también puede perpetuar un ciclo de violencia en futuras generaciones. Los jóvenes que experimentan o son testigos de violencia en sus relaciones pueden replicar estos patrones en sus propias relaciones en la adultez.
La promoción de dinámicas familiares saludables y la educación sobre relaciones sanas son pasos fundamentales para romper el ciclo de la violencia.
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