En junio recordamos las luchas libradas desde las décadas de los años 20 y 30 por las sufragistas costarricenses que integraron la Liga Feminista y que años más tarde, en 1949, lograron que se incluyera en la Constitución Política de Costa Rica el derecho de las mujeres a elegir y ser electas.
Año tras año hacemos un recuento de los logros alcanzados en este camino colmado de batallas que históricamente se han emprendido por alcanzar y ejercer los derechos políticos en igualdad y equidad de condiciones entre hombres y mujeres.
Con la reforma constitucional que aprueba la Asamblea Constituyente el 20 de junio de 1949 las costarricenses lograron el reconocimiento del derecho al voto y a ser electas, y con ello la afirmación del principio básico para la defensa de sus derechos y su ciudadanía. Años más tarde se estableció el sistema de cuotas y, recientemente, la promulgación de la paridad con alternancia en los puestos de elección popular.
Las mujeres representamos la mitad de la población costarricense y por esta razón la paridad es una medida que busca romper con la monopolización masculina en el poder. Además, es parte del principio universal y constitucional de igualdad e implica transformaciones estructurales que requieren cambios jurídicos, políticos y éticos que permitan establecer una verdadera igualdad.
El compromiso del Estado costarricense con la paridad lo podemos ver en la Política para la Igualdad y Equidad de Género (2007-2017) y su Plan de Acción, que entre sus objetivos estratégicos plantea que para el 2017 el país tendrá una participación y una representación política paritaria en todos los espacios de toma de decisiones en el Estado, instituciones e instancias gubernamentales y municipales.
Las acciones encaminadas a lograr ese objetivo se impulsan desde diferentes ámbitos.
Por ejemplo, con el nuevo Código Electoral se pasó de la cuota del 40% de participación de mujeres a la paridad, que se traduce en la obligación partidaria de incluir mujeres y hombres en igual número en las nóminas, para garantizar una igual y equitativa oportunidad de elección.
Este sistema se acompaña del mecanismo de alternancia, es decir, que las candidaturas deben conformarse de manera intercalada, para que tanto hombres como mujeres tengan la misma oportunidad de acceder a los puestos.
No basta con estar en la lista, sino que el lugar que ocupan en ella les garantice una real oportunidad de ser electas.
Estas modificaciones en la legislación la han convertido en una de las más modernas a nivel mundial para la efectiva participación política de las mujeres.
No solo se trata de que alcancemos una cuota mayor a favor de las mujeres, sino que se nos reconozca como ciudadanas plenas, que ejercemos una nueva práctica de ciudadanía, característica de las democracias modernas y orientadas a su fortalecimiento.
*Ministra de la Condición de la Mujer
Presidenta Ejecutiva del Inamu