Su nombre es Víctor Barahona Villalobos y este sábado cumple 30 años de trabajar en el Saprissa y de ellos 26 años de darle vida a la mascota, al Monstruo.
Visita La Cueva, su lugar de trabajo, desde que tenía ocho años. “Mis hermanos mayores eran muy morados, y yo les decía que me trajeran al estadio, entonces me mandaban a hacer los mandados después de que venía de la escuela y a embetunar sus zapatos para traerme”, dijo.
Se siente emocionado al ver lo que ha hecho en estas tres décadas. “Lo que yo nunca me imaginé en mi vida era que yo iba a trabajar y a ser colaborador del estadio, o mucho menos a utilizar la botarga. Además de que es divertido, hay mucha responsabilidad en ese traje. Pesa mucho, en todos los sentidos. Es una de las botargas más pesadas y es por su grandeza y su historia”, contó.
Trabaja en el departamento de operaciones del Saprissa, donde dice que hace “de todo. Al principio, cuando yo entré acá, empecé a trabajar en lo que era cancha: marcando, trasplantando zacate, podando, todas esas cosas”, recuerda con nostalgia.
Saca pecho cuando le piden que diga cuáles son los mejores recuerdos que le ha dejado Saprissa. Recuerda las 40 copas del equipo morado. “Aquí uno pasa un montón de buenos recuerdos, empezando porque tenemos 40 buenos recuerdos: 40 campeonatos. Yo pienso que son más los buenos recuerdos que los malos. Trabajar aquí es muy bonito, porque hay más alegrías que tristezas, por dicha, porque tenemos el mejor equipo de Centroamérica, el de más campeonatos, el de una historia muy bonita”.