Tras un mes de confinamiento, ya tenemos una cierta experiencia, así como bastante información sobre las formas de actuación y procedimientos seguidos por diferentes gobiernos, tanto de Catalunya y España, como de otros países europeos y mundiales.
Es verdad que también tenemos una buena dosis de intoxicación informativa (infoxicación), ya que corren muchas falsas noticias, que no somos capaces de discriminar.
Todos somos conscientes que la salud, la propia y la social, es primordial, como describió Abraham Maslow en su pirámide jerárquica de las motivaciones humanas (1943): Fisiología (salud, alimentación, sexo, etc.) Seguridad (trabajo, propiedad, etc.); Afiliación (amistad, afecto, etc.); Reconocimiento (confianza, éxito, etc.) y Autorrealización (creatividad, resolución de problemas, buena autoimagen, etc.). Y dicho autor consideró que en primer lugar se han de satisfacer las necesidades más básicas (las fisiológicas) y, secuencialmente, ir satisfaciendo las de los peldaños superiores de la pirámide (hasta llegar a la autorrealización). Es decir, que hay un ciclo entre el ser, el tener, el hacer y el relacionarse.
Realmente, inicialmente, todos consideramos que la salud era el elemento a salvaguardar, por encima de cualquier otro aspecto, ahora bien, la experiencia nos va mostrando que, sin ponerla en peligro, ni la nuestra ni la de nuestro entorno, todos precisamos algo más que el confinamiento actual nos está privando.
Por ejemplo, todos constatamos que la salud es algo más que no sólo no tener el coronavirus o la carencia de enfermedades, sino que el término salud es mucho más amplio, como lo define la OMS (1961), es “un estado de bienestar físico, mental y social (…) algo diferente de la mera ausencia de enfermedad o minusvalía”.
Volviendo al actual confinamiento, todos sabemos que para acabar con la pandemia es precisa una solidaridad y seguir las recomendaciones e instrucciones de los especialistas, ya que una buena salud mental se basa, entre otros elementos, en la percepción adecuada del medio, pero también la autonomía y la independencia, entre otros aspectos.
Haciendo un balance de todo lo expuesto, es evidente que las decisiones tomadas por los especialistas han de contemplar toda esta complejidad, en su conjunto, sin simplificarlas, como burdamente se hace con la prohibición rigurosa de salir de casa, con la excepción de ir a comprar productos alimenticios, farmacéuticos, etc., es decir los más básicos. Y, por el contrario, ahora, aquí en España, estar en una fase en la que los trabajadores de sectores no esenciales deben ir a trabajar. Éstos sí deben salir, coger el transporte público, etc., y después convivir con la familia confinada.
Los políticos determinan los límites del confinamiento sin considerar las características de la mayoría de familias: pisos reducidos, varios miembros familiares, niños y mayores, etc.; y, al mismo tiempo, obviando las características básicas que configuran la salud, como ya he comentado, tienen una gran responsabilidad en los efectos secundarios que todo ello comporta.
Su argumento es que cuidan de lo más urgente, que es la vida, en primera instancia, y la economía, pero esta decisión es muy reduccionista y poco transparente, por cuanto se basa en considerar a los ciudadanos no como tales, sino como “soldados”, como nos recuerda a menudo el general Villarroya y, como nos dice, el “primer soldado es el rey”, y todos sabemos que esta visión nos reduce a meros números, sin personalidad.
Y a pesar de estas medidas drásticas, España es el país con más muertos por millón de habitantes, por lo que, como vemos, algo falla, tanto en el tipo de medidas, en la disposición de medios por parte del conjunto sanitario, de la casi nula capacidad para efectuar los preceptivos tests, etc.; pero oyendo a Pedro Sánchez (jefe del gobierno), todo lo han hecho de forma perfecta, en forma, modo y tiempo; y cualquier crítica la universalizan, diciendo que todos los países están igual (claro que nunca nos comparan con Corea de Sur, Taiwán, Dinamarca, Alemania, etc.).
En la mayor parte de países, los dirigentes han considerado a sus ciudadanos como adultos, permitiendo salir a pasear, a hacer ejercicio, manteniendo la preceptiva distancia social respecto a terceras personas, pero las que conviven en un mismo domicilio pueden salir juntos, lógicamente.
Aquí, como “soldados en guerra”, como meros números, debemos callar y obedecer y si quieren geolocalizarnos, pues adelante, todo con el argumento de la salud social; como requieren los diferentes portavoces militares del gobierno.
Está claro que en toda guerra la primera víctima es la libertad y aquí, en España, nos la han quitado, de forma acrítica, y con argumentos simplistas, como he señalado; y si todo ello se reflejase en una óptima situación comparativa con otros países, quizás valdría la pena, pues la vida, una sola, vale cualquier medida, pero no vemos que aún con todo esto, y todas las sucesivas medidas improvisadas (pues ni los trabajadores autónomos ni empresarios tienen claro cómo actuar y con qué garantías), con el argumento de que la situación es dinámica, no nos permite una perspectiva optimista (Macron, el presidente francés, en su discurso expuso la situación con sus debilidades, pero al mismo tiempo dando un ánimo fijando perspectivas). Aquí nos quedamos con un discurso carpetovetónico, como los del rey (vaya diferencia con el de la reina Isabel II).
Y, para rematar la situación, aquí en España tenemos un gobierno que ellos mismos dicen que es progresista (Socialistas y Podemos) y todos sabemos que la oposición unionista es más troglodita. Por todo ello, los independentistas catalanes nos reafirmamos, todavía más, que solos hubiéramos gestionado mejor este conflicto (Torra, el presidente de la Generalitat de Catalunya había pedido el confinamiento dos semanas antes, pero Sánchez no lo autorizó; al contrario, aprovechó para centralizar y usurpar funciones delegadas a las Autonomías).
Y no lo olvidemos, seguimos con nuestros representantes políticos y sociales en prisión, ya que la Fiscalía y el Tribunal Supremo no han autorizado su confinamiento domiciliario, como sí que han autorizado a otros presos comunes.
Por todo esto no podemos ser optimistas, necesitamos, más que nunca, el apoyo internacional para defender nuestro derecho a ser lo que queremos ser, no a seguir ligados a un sistema “atado y bien atado” por el dictador Franco.
Y, ante esta situación, me dirijo a ustedes, que obtuvieron su independencia de España, lo mismo que queremos nosotros, por eso seguro que nos entienden mejor que nadie.
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