Setúbal. (AFP) – Celia Rodrigues ganó su apuesta de convertirse en criadora de ostras portuguesas en la desembocadura del Sado a base de \”valor y mucha perseverancia\”, tras la práctica desaparición de este manjar en Portugal hace décadas.
\”Es una especie que se enfrentaba a la desaparición y que estaba abocada al abandono\”, explica a la AFP esta mujer de 47 años, en medio de la zona pantanosa del estuario de Sado, que desemboca en el Atlántico cerca de la ciudad de Setúbal, 50 kilómetros al sur de Lisboa.
Estas ostras cóncavas, denominadas en latín Crassostrea angulata, \”los franceses las produjeron entre los años 1860 y 1970, por lo que muchos tienen nostalgia de las ostras portuguesas\”, dice con orgullo.
Tras suceder a la ostra plana, la ostra portuguesa se convirtió en la especie dominante antes de que una enfermedad acabara con ella. Después la reemplazó la ostra japonesa, la Crassostrea gigas, más resistente y de crecimiento más rápido.
El estuario del Sado conoció su apogeo en 1968, con la exportación de 10.000 toneladas de Crassostrea angulata salvajes que recogían miles de personas.
A partir de principios de la década de 1970, el molusco dejó de explotarse durante unos 40 años, ya que, además de la enfermedad de las branquias, también se vio afectado por la contaminación de varias industrias vecinas y de las aguas servidas de los 120.000 habitantes de Setúbal.