El cantón de Osa fue declarado hace exactamente 20 años \”cantón de interés arqueológico\” mediante el Decreto Ejecutivo 23387-C del 22/06/1994. Unas 20 primaveras más tarde, en el marco de la XXXVIII sesión del Comité de Patrimonio Mundial realizada en la ciudad catarí de Doha, la UNESCO declaró oficialmente el pasado 23 de junio del 2014 como Patrimonio Mundial Cultural de la Humanidad las esferas precolombinas ubicadas en cuatro sitios del sur de Costa Rica. El comunicado de prensa del Museo Nacional de Costa Rica con relación a esta declaratoria precisa que: “Es importante mencionar que uno de los principales compromisos asumidos por el Estado de Costa Rica es efectuar un estudio de impacto patrimonial, a fin de contar con un desglose detallado de los factores que podrían incidir en forma negativa en el futuro de los cuatro sitios declarados; así como el pronto diseño de estrategias de mitigación”.
Desde varios años el Museo Nacional de Costa Rica ha insistido en la urgente necesidad de proteger los sitios en los que se encuentran las esferas en el sur este de Costa Rica. La Convención de la UNESCO de 1972 (a la que es parte Costa Rica desde 1977) prevé el mecanismo mediante el cual un Estado puede solicitar una declaratoria oficial en este sentido por parte de la UNESCO: puede tratarse de monumentos, sitios o bien parques naturales declarados como tales, en el caso del patrimonio natural para estos últimos.
La peculiaridad del sur de Costa Rica. Desde el punto de vista natural, la península de Osa constituye un verdadero santuario de especies tropicales y se aprecia una concentración inhabitual de especies marinas en su litoral Pacífico, que incluye a varios cetáceos, convertidos en los últimos años en un atractivo adicional. Concentra de igual forma una extraordinaria cantidad de sitios arqueológicos diseminados: cual luciérnagas iluminando una cálida noche, los sitios de esferas abundan sobremanera como se aprecia en uno de los mapas del Museo Nacional de Costa Rica sobre localización de estos sitios. No es sino hasta el año 2011 que Costa Rica aprobó el Decreto 36825-C-TUR del 18/10/2011 que declara en su considerando: \”II.—Que los sitios arqueológicos con esferas de piedra en el sureste de Costa Rica-(subregión arqueológica Diquís), son un ejemplo de sitio cultural excepcional y de valor universal ya que refleja un testimonio único de sociedades ya desaparecidas y forman parte de la herencia común de la humanidad\”. Un pronunciamiento del Consejo Universitario de la UCR del 2012 indica por su parte que, de concretarse el Proyecto Hidroeléctrico El Diquis (PHED), \”La construcción del PHED conllevaría irremediablemente a la afectación de 150 sitios arqueológicos dentro de los cuales se encuentran sitios sagrados y ancestrales térrabas, que representan un elemento intangible cultural y de identidad para los grupos indígenas, según el Convenio 169 de la OIT\” (p. 8).
Un largo peregrinar. En su visita en Francia en noviembre del 2013, la Presidenta de Costa Rica reafirmó ante la UNESCO esta propuesta oficial del país. En marzo del 2013 se indicó por parte del Ministro de Cultura (en una nota de Cambio Político) que: \”Es la primera vez que este órgano acepta un expediente de Costa Rica, relativo a sitios de carácter cultural, pues hasta el momento todas las declaratorias que tiene Costa Rica han sido de carácter natural y una de patrimonio cultural inmaterial, que es la tradición del Boyero y la Carreta. Nuestra propuesta busca lograr una identidad nacional, posicionar el tema de la cultura, la puesta en valor de las comunidades indígenas y la importancia del desarrollo de la Zona Sur\”. En lo que concierne a la ubicación exacta de los sitios escogidos, se lee que \”Los sitios Finca 6, Batambal, Grijalba y El Silencio, ubicados en Osa, Puntarenas resguardan esferas precolombinas y por su riqueza cultural serán propuestos ante la UNESCO para ser declarados como Patrimonio de la Humanidad\”.
Recortes en el 2010 al presupuesto asignado al Ministerio de Cultura habían puesto en peligro el proyecto que hoy está a muy pocos meses de concretarse. Según una nota de La Nación de junio del 2010 (y salvo error a la hora de digitar los números por parte del periodista), el proyecto de Parque de Esferas generaría unos 200.000 empleos en la zona sur. La declaratoria de interés público por parte de la Presidenta Chinchilla de un aeropuerto internacional en la zona sur fue considerada como contradictoria con los esfuerzos de Costa Rica ante la UNESCO. En el 2012, similares discusiones tuvieron lugar con relación al proyecto hidroeléctrico Diquis. Ambos megaproyectos han sido objeto de duras (y, en nuestra modesta opinión, fundamentadas) críticas en los últimos años: en el caso del proyecto del Diquis, la polémica con las poblaciones indígenas fue tal que dio lugar a la visita en tres ocasiones entre el 2011 y el 2013 del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Derecho de los Pueblos Indígenas, James Anaya.
Las comunidades indígenas afectadas por la represa hidroeléctrica de Barro Blanco en Panamá da una idea de lo que ocurre cuando un Estado pretende ignorar legítimos reclamos que tiene la obligación de garantizar como derechos. Costa Rica desde varios años evidencia serias contradicciones entre el discurso “verde” promovido en el exterior y las políticas públicas que se gestan a nivel ministerial, favoreciendo megaproyectos de manera inconsulta y sin mayor preocupación por sus efectos sociales y ambientales. El caso de las esferas precolombinas viene de alguna manera a evidenciar aún más estas contradicciones, pero puede constituirse en una oportunidad para rectificar el rumbo de los últimos años y para apostar más decididamente por políticas de desarrollo clementes con el ambiente y con las comunidades indígenas.
*Profesor, Facultad de Derecho, UCR.