Todos estamos de acuerdo con la necesidad de ejecutar obras para mejorar y modernizar la infraestructura vial. Sabemos que esto conlleva un sacrificio, pero lo que los ticos están viviendo en las calles es una verdadera tortura.
Existen varios motivos por los que se han incrementado las presas, sin embargo, el principal comprende la falta de planificación. Resulta evidente que el cerrar varios puntos focales iba a llevar a un colapso.
El problema es que los trabajos se están realizando en rutas que conectan hacia destinos comunes. El mayor caos se presenta en los alrededores de La Uruca, Alajuela, Paseo Colón y La Sabana.
La desesperación se incrementa cuando los conductores, que pagarán más por la gasolina, no ven ni siquiera tráficos coordinando el paso de vehículos y la solución que sugieren las autoridades es hacer teletrabajo, cuando no todos pueden optar por dicha modalidad.
Nos preguntamos si este tipo de decisiones se analizan antes de tomarlas o si es que los departamentos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes y sus dependencias no tienen comunicación entre sí.
El reclamo va en el sentido de si era el mejor momento para cerrar el puente de Los Ledezma, tomando en cuenta que ya había trabajos por el lado del puente Juan Pablo Segundo y la Circunvalación Norte.
El asunto tiene repercusiones no solo en cuanto a pérdida de tiempo, sino que genera una afectación económica, especialmente al comercio. Hay choferes de plataforma y taxistas que ya se niegan a ingresar a sectores como el Hospital México y otros tantos a La Sabana.
Es grave que ocurra esto en las inmediaciones de un hospital nacional por las repercusiones que tiene en materia de citas y atención médica. Esto sin contar que además se trata de vías que conectan con el aeropuerto internacional Juan Santamaría, nuestra principal puerta de ingreso para el turismo.
¿Será esa la imagen que queremos enviar al mundo? Sin duda, faltó un mayor análisis al momento de cerrar tantos puntos de manera simultánea, y lo peor es que no parece haber una salida en el corto plazo.
Para nadie es un secreto que lo que está ocurriendo nos resta competitividad como destino, porque no resulta atractivo venir a un país en el que se dura el doble del tiempo para llegar al destino deseado.
En el caso del aeropuerto, en un trayecto de 20,4 kilómetros, que debería tomar una hora de tiempo, se está durando hasta dos horas, algo realmente inaceptable.
Ahora nos dicen que la situación podría incluso extenderse hasta un mes más, ¿y quién pagará las consecuencias? El usuario y el medio ambiente con el aumento en las emisiones de dióxido de carbono.
En las calles de Costa Rica hay más de un millón de automóviles circulando y esta cantidad sigue en aumento, según un reciente estudio de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Costa Rica.
Se ha planteado que el tren y la mejora del servicio de buses puedan representar una opción en estos casos, sin embargo, todavía falta mucho para que esto sea operativo.
Aquí lo más importante es encontrar un paliativo al menos en el corto plazo, porque la paciencia no es la virtud de muchos conductores.