Juntas de Caoba, La Cruz.- Yeimy Molina tiene 13 años, vive a unos cinco minutos de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, cursa el octavo año en el Liceo de Caoba en La Cruz de Guanacaste y afirma nunca haber recibido una clase de computación. Vive con Arelys, su madre, quien permitió la entrevista con DIARIO EXTRA.
A eso de las 5 a.m., sale a recibir lecciones en medio de trillos, barriales y alambres de púas, junto con su hermana Dayneling, de 7 años.
Afirma ser afortunada, porque otros compañeritos que viven al otro lado de la frontera salen a las tres de la mañana, ya sea a pie o en mula para pasar los mojones y llegar a Caoba, además, cuando el agua aprieta es imposible que asistan.
En el centro educativo les tienen una pileta para que se laven los pies y las botas, posteriormente, les alistan un preparito, los profesores aseguran que en ocasiones es la única comida que consumen durante el día.
La menor está indecisa, quiere estudiar Pediatría o Criminología, aun así, sabe que sus intenciones son difíciles por la lejanía que tiene con San José o alguna universidad, la más cercana está en Liberia y únicamente hay un bus para ir a la Ciudad Blanca, el cual sale a las 5:30 a.m. y regresa hasta las 2:00 p.m.
“Recibimos clases de Tecnología en un rancho, aquí nos enseñan a hacer cositas en madera: servilleteros, collarcitos. Nunca hemos recibido una clase de computación, porque primero no tenemos un espacio adecuado para tener computadoras, no hay buena señal y tampoco tenemos Internet.
Además, tenemos que jalar la electricidad con extensiones desde una casa, en esa misma casa es donde recibimos lecciones de música, ¡en un corredor! Ahí lo que nos ponen a practicar son los himnos, porque no tenemos instrumentos, ni nada.
Cuando estamos en la de Tecnología y llueve, se tienen que suspender las lecciones. Hoy no pude venir con mi uniforme, se nos empapan los pupitres, los cuadernos, ¡todo! A veces nos mandan a un salón comunal que está a la par, pero ahí están todas las demás secciones y es difícil concentrarse”, relató Molina a El Periódico de Más Venta en Costa Rica.
El caso del Liceo de Juntas de Caoba se suma a más de 360 instituciones educativas a nivel nacional que no cuentan con conectividad a Internet. A pesar de que el Ministerio de Educación Pública (MEP) asegura que ha mejorado el alcance de centros a través de cableado por fibra óptica o por Internet satelital, lo cierto es que Guanacaste es una de las provincias más golpeadas en dicha materia.
Asimismo, la Ruta de la Educación 2022-2026 no ha llegado a la comunidad donde vive la menor.
“A mí me gustaría una biblioteca bien bonita, con libros, lápices y hojas de colores, ¡no tenemos!, o sea, hay lapiceros, lápices, pero tampoco como suficientes. También nos gustarían computadoras para aprender bastante. En inglés y francés, necesitamos diccionarios, a veces, sacamos fotocopias, pero hay días que no alcanza.
Me cuesta matemáticas. En un ranchito recibimos lecciones y ahí tenemos que compartir una sola banca y una mesa entre todos, a veces uno está escribiendo, pero le jinca la costilla a los compañeros (risas). A los chicos que juegan fútbol o a nosotras que nos gusta el volibol, nos gustaría tener una cancha bien bonita”, dice, con esperanza de un mejor porvenir.
Molina asegura que una vez a la semana todos los estudiantes, incluida ella, piden permiso a los profesores para faltar a lecciones, ya que deben ayudarle a sus padres a sembrar maíz, yuca, arroz, tiquisque, frijoles, entre otros.
“Yo sé abonar, a veces hay que subir un montón y es cansado. A veces los lugares donde uno tiene que ir al campo son difíciles, igual uno se expone a una culebra o cortarse. Siempre le pido permiso a mis profesores para faltar y el día que no vengo, le digo a mis compañeras que me ayuden con la materia, lo mismo cuando ellas faltan.
Solo queremos un colegio con aulas bonitas y pintadas, con ventanas, me imagino un salón donde nos podamos reunir a hablar, a celebrar días nacionales y fiestas. ¡Ya no queremos mojarnos!”, sentenció.