La ideología neoliberal domina totalmente la junta directiva del Banco Central.
Entre su presidente ejecutivo y los miembros debaten afanosamente y por horas, en la tesis monetarista más estricta y en la postura económica más ortodoxa imaginable, para que se respete el santo e impoluto mercado y que éste no sea jamás alterado por alguna hipotética política monetaria, mientras se acumulan millones de dólares en las reservas de Costa Rica.
Ni siquiera en Washington, en la sede del Fondo Monetario Internacional, piensan hoy como nuestros neoliberales. Los de aquí en el Banco Central son purísimos y estrictos “Chicago Boys”, acumulando divisas por más de $14.000 millones, protegiendo de todo riesgo el valor del colón en ¢500 por dólar, actuando en un laboratorio puro y esterilizado de química y favoreciendo con ello, nada más, a los grandes comerciantes importadores.
Dicen que su única misión es “controlar la inflación” y que el keynesianismo y el desarrollismo, como doctrina económica, alterarían la “mano invisible del mercado”, aunque la diferencia real de los precios en el mercado nacional, entre los más sofisticados y caros establecimientos, los más populares para ingresos medios y el esforzado y madrugador verdulero de la esquina, sea abismal, y el costo de la vida y los servicios, digan lo que digan en la propaganda oficial, están más altos que nunca en Costa Rica. Además, es un país en el que el gobierno eliminó las políticas sociales del Estado social de derecho.
Reitero una propuesta hereje, aunque sea para soñar con un país diferente, pujante y siglo XXI:
Por qué no dejan un fondo de unos $9.000 millones o $10.000 millones de reservas para cubrir, serena y suficientemente, las necesidades nacionales y con los $5.000 millones o $6.000 millones restantes que hay en reservas constituyen un fideicomiso nacional y, contra ese fondo, triplican esa capacidad financiera con recursos internacionales de bajo costo y se reconstruye y moderniza, en un plazo razonable, la infraestructura nacional de carreteras, puentes, ferrocarriles y puertos, que está actualmente derrumbada, y con ello generamos desarrollo integral, empleo, activamos la industria de la construcción y el transporte y oxigenamos la economía nacional, por medio de alianzas público-privadas transparentes, eficientes, sin condicionamientos (y sin chorizos).
Además, y con cero pérdidas: se cobra peaje y pagamos, solidariamente, la reconstrucción de la infraestructura nacional y desarrollamos los ferrocarriles y los puertos que necesita Costa Rica, para ser un país realmente competitivo y exitoso en el medio de las Américas, como deberíamos y podríamos ser.
¿Y usted qué opina?