La relación del niño o la niña con la comida definitivamente marcará una alimentación positiva, consciente y nutritiva en su infancia y en la etapa escolar.
Debemos recordar que los niños son un claro ejemplo de cómo se alimentan papá, mamá o sus cuidadores. De esta manera, la relación que nosotros los padres tengamos con la comida será la misma que van a tener nuestros hijos con los alimentos.
Por esta razón, debemos procurar que nuestra alimentación sea sana, variada y nutritiva, porque somos los intérpretes sensoriales de nuestros hijos, y ellos necesitan identificar una alimentación segura. En ese sentido, es importante tener claro que lo que no nutre no se tiene en la casa ni se envía a la escuela. Por ejemplo, galletas con relleno, jugos azucarados, cereales azucarados, gaseosas, golosinas, paquetes ultraprocesados que solo aportan calorías vacías; productos con exceso de azúcar, colorantes artificiales, preservantes y aditivos nocivos para la salud, que destruyen la microbiota intestinal afectando la conducta, el aprendizaje y el estado nutricional del niño y la niña.
Las loncheras deben contener varios grupos de alimentos y muchos colores, para que sean equilibradas, saludables y, principalmente, apetecibles. De esta manera, es importante que contengan: una fruta, un vegetal, una harina y una proteína (sea láctea o de origen animal).
Entonces, tratemos de ofrecerles alimentos nuevos constantemente, pero preparados de forma diferente: la constancia y el tiempo hacen maravillas.
Sí nos quedamos en el círculo de enviar siempre lo mismo, por la monotonía del hogar o la creencia infundada de que nuestros hijos(-as) “solo comen eso”, va a ser muy difícil avanzar en la variedad de su alimentación.
Asimismo, es importante recordar que todo lo que escuche su hijo o hija respecto a la comida (engorda, adelgaza, es mala), repercutirá en su etapa adulta y en la relación que tenga con la alimentación. Por eso, es importante que sepan solo que los alimentos son nutritivos o no nutritivos, nada más.
Tome en cuenta que con la comida no se castiga, ni se premia o se soborna, ya que es un acto voluntario y placentero que se disfruta. Pero, sobre todo, recordemos siempre predicar con el ejemplo.
Dra. Angie Jiménez
Colegio de Profesionales en Nutrición y Especialista en Nutrición Pediátrica