Si algo ha demostrado esta pandemia por el Covid-19, es la importancia de que debe tener para las naciones su agricultura local y el contar con la famosa seguridad alimentaria.
El concepto surge en la década del 70, basado en la producción y disponibilidad alimentaria a nivel global y nacional. En los años 80, se añadió la idea del acceso, tanto económico como físico. Y en la década del 90, se llegó al concepto actual que incorpora la inocuidad y las preferencias culturales, y se reafirma la Seguridad Alimentaria como un derecho humano.
Según el Instituto de Nutrición para Centroamérica y Panamá (INCAP), la seguridad alimentaria nutricional “es un estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso físico, económico y social a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad, para su adecuado consumo y utilización biológica, garantizándoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la Seguridad Alimentaria “a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.
Es precisamente por esa razón que no entendemos la actitud del ministro de Agricultura y Ganadería, Renato Alvarado Rivera, quien es un reconocido porcicultor.
Tal y como publicó DIARIO EXTRA, a pesar del clamor de los productores, el gobierno no dará un subsidio especial al sector agropecuario.
Lo anterior a pesar de primeras estimaciones del MAG, la afectación directa en la producción primaria supera los ¢14.300 millones e impacta a 6.885 personas productoras y 266 empresas.
El impacto obedece principalmente a variaciones en la demanda y cambios en las cadenas de distribución, debido a las medidas de restricción que impone la pandemia.
Pero lo peor no es eso, es que luego de garantizar que avanzarían con un proyecto para buscar mejoras en el financiamiento, el jerarca dijo ahora que solo cuentan con los recursos del Sistema Banca para el Desarrollo.
Nuestros agricultores fueron los que levantaron el país que hoy conocemos. Es más que un tema de trabajo en medio de un panorama tan desalentador, se trata también de la seguridad alimentaria, así como la reactivación local de las economías, del sustento de niños, mujeres y adultos mayores que aún dependen de una actividad tan noble.
Esperemos que no hagan falta más protestas, ni pandemias para que el gobierno se dé cuenta de la necesidad de apoyar a nuestros productores.