Muchas personas creen en la buena y en la mala suerte, por eso se apuntan a ver qué tal les va en juegos como la lotería y los chances, con la esperanza de que en algún momento puedan salir favorecidas.
Todos hemos sabido de alguien que se pegó la lotería, con lo cual su diario vivir dio un giro de 180 grados, pues se trata de gente que logró comprar casa, hacerse de negocios y hasta viajar por el mundo.
Otros que han pegado menos contaron con la gran dicha de haber usado ese dinero para salir de deudas y aprovechar uno que otro poquito en alcanzar solvencia económica una vez que les correspondiera pensionarse.
También se sabe de casos en que los ganadores derrocharon el dinero a manos llenas, quedándose sin un cinco en un abrir y cerrar de ojos, pues cuando hay dinero aparecen muchos amigos y familiares que en otras circunstancias hasta hubieran cruzado de acera al toparse con el afortunado para no tener siquiera que saludarlo.
En la actualidad, la Junta de Protección Social (JPS) no solo tiene los acostumbrados sorteos de chances, lotería, gordito de medio año y el gordo navideño, sino que, para fortalecer la oferta, se maneja también un premio acumulado que mantiene en vilo a muchas personas.
Sin lugar a dudas dicha iniciativa, que se implementó de un tiempo para acá, hizo más atractivo participar de este tipo de juegos, pues en caso de ganar se obtiene una suma considerable de dinero.
Lo que a todas luces no tiene ni pies ni cabeza es que los vendedores autorizados por la JPS traten de aprovecharse de los sueños de muchas personas de hacerse millonarias a través de los sorteos de lotería o los chances.
Entendemos que gran cantidad de jugadores andan como locos buscando sus números favoritos y hasta los que se encuentren para ver qué se pegan, sin embargo, resulta injusto que deban pagar de más por un producto que en un puesto de la JPS les puede salir al precio real.
La especulación asciende entre los chanceros y lo peor de todo es que no pretenden ¢100 ni ¢300, algunos buscan sacarle al cliente hasta el doble del dinero por pedacito, y tras de que están cobrando de más todavía se dan el tupé de condicionar la venta de un número bajo acompañado de uno alto, o si alguien les reclama tienden a mostrarse tan agresivos que algunos amenazan hasta con golpear a los compradores.
En los negocios, se pretende que ambas partes ganen, pero si uno de ellos trata de pasarle por encima al otro se pierde el equilibrio. Esta forma de actuar resulta nociva, pues los vendedores de lotería claramente ocupan de los compradores, sin embargo, si los chanceros insisten en darles por la nuca a los clientes, perderán la gallinita de los huevos de oro.
Claramente empujan a que la gente decida no comprarles más y prefieran acudir hasta la junta o los puestos que tiene dicha institución para comprar la lotería o los chances al precio correspondiente.
Es justo y necesario que esta entidad se dé a la tarea de sacar del mercado a los vendedores o revendedores especuladores, pues únicamente dejan en mal al resto y a la institución.
Basta con meterse a las redes sociales para notar la molestia de la gente a la que quieren cobrarle de más y aparte dejan claro el descontento porque de qué sirve denunciar si al final no pasa nada.
Quienes siempre andan en busca de la suerte ya saben a qué vendedores acercarse y a cuáles no, pues ya muchos están coloreados porque cobran de más. Lastimosamente, siempre alguien les compra a esos que no actúan de manera correcta.
Si todos nos unimos en contra de esas personas aprovechadas, no les quedará más que cobrar lo justo o salirse del mercado, pues nadie les pagará de más. Esperamos que ese acumulado, el cual ya sobrepasó los ¢1.000 millones, quede bien repartido para el beneficio de varias familias.