Hemos visto cómo una ola de violencia sacude el país en momentos cuando hay un recorte en la inversión social. Preocupa que DIARIO EXTRA informe que la Red de Cuido tendrá ¢24 mil millones menos.
El combate a la criminalidad debería empezar desde los más pequeños, fortaleciendo el apoyo para aquellas poblaciones más necesitadas, de modo que no se vean en la tentación de salir a vender droga.
La Red de Cuido nació como un apoyo para que las madres fueran tranquilas a trabajar dejando en un lugar seguro a sus hijos, aporte de suma importancia cuando el desempleo femenino supera al masculino.
Es una reducción, en varios casos, de 10% o 15% de los recursos que están destinados por cada persona menor de edad atendida en esas organizaciones sociales.
Deberíamos ver cómo fortalecerlo, en lugar de debilitarlo, al igual que otros programas de inversión a cargo del Estado.
Datos desagregados muestran que educación, vivienda y cultura son los más afectados en la inversión del Gobierno, al punto que el rubro social sería justamente el más bajo de los últimos años.
Resulta evidente que las personas, al no encontrar condiciones dignas y mínimas para vivir, recurren a malos pasos, al mal llamado “dinero fácil”, con las consecuencias que ya todos conocemos.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) dicen que hay en promedio 400 mil niños viviendo en pobreza y pobreza extrema en Costa Rica.
Un reciente estudio de la Universidad Nacional explica que esto al final se traduce en “exclusión”. Por eso no vengamos luego a preguntarnos por qué hay tanto niño sicario…
La descomposición social debe atacarse desde la raíz y en este caso no estamos ejerciendo acciones para detener lo que se está convirtiendo en una bomba a punto de explotar.
Ahí es donde vemos cuáles son las prioridades. No se puede atacar la violencia cuando no existe una buena política social, decir lo contrario sería mentir.
Pongámonos a pensar: ¿el ahorro fiscal que tenemos vale el costo social de los homicidios, la crisis penitenciaria y lo que tienen que desembolsar las personas y empresas en seguridad privada?
Adicionalmente, tenemos como país una crisis externa de imagen. Nuestros homicidios se acercan fuertemente a la tasa de otros países latinoamericanos con fama de ser poco seguros para los extranjeros.
Sin embargo, hay algo peor y es el costo que esta ola de violencia tiene sobre los hogares costarricenses y nuestra niñez. Hoy tenemos un desafío y es un momento crucial para meditar qué tipo de sociedad queremos.