Se ha dicho hasta el cansancio que el sexo elimina el estrés, rejuvenece, acaba con el mal humor, etc., etc., pero quién ha dicho que no genera conflictos, pues si bien sin una vida sexual saludable es muy difícil que una pareja funcione en condiciones óptimas, resulta que, independientemente de los problemas de índole médica, tarde o temprano toda pareja vive momentos en los que una de las partes piensa que su vida sexual no es satisfactoria. Pero no podemos pretender que nuestra vida bajo el mismo techo se desarrolle como en los primeros meses de la relación, cuando dábamos rienda suelta a una pasión desenfrenada.
Según la mayoría de estudios, el amor romántico desaparece tras cuatro o cinco años de relación, si no antes, cuando nuestro cerebro deja de liberar sustancias como la dopamina, la feniletilamina, serotonina o norepinefrina, propias de la primera fase del enamoramiento.
Pero el error que cometen muchas parejas es pensar que renunciar a una actividad sexual frecuente no tiene importancia. Nada más alejado de la realidad, porque muchas veces los problemas sexuales esconden otros más profundos.
Está comprobado que el placer del sexo crea un vínculo en la pareja que garantiza el compañerismo entre las partes. Sin sexo, por tanto, no hay “amor compañero” que valga.
Según los profesionales, los problemas de las parejas con el sexo suelen encajar en una de las siguientes categorías.
• Una de las partes quiere más: Sobre este frecuente problema de las parejas se han realizado cientos de investigaciones, pero aun así es difícil llegar a una sola conclusión. No cabe duda de que cada persona tiene sus ritmos y sus apetencias, y es normal que una de las partes demande más sexo que la otra, el verdadero problema surge cuando la frecuencia es más bien escasa (¿hace el amor menos de una vez a la semana? Es poco…) o cuando la demanda de sexo de una de las partes es muy distinta a la de la otra.
Aquí es importante que la persona que necesita más sexo debe seguir una estrategia para que se cumplan sus necesidades y deseos sexuales, y la otra persona necesita una estrategia para satisfacer las demandas de su pareja.
• Los hijos: Muchas parejas mantienen una vida sexual plena hasta que deciden formar una familia y hay un problema añadido; incluso en matrimonios donde se respeta el reparto de tareas del hogar, la mujer siempre tiene que pasar más tiempo con los niños, y esto suele crear frustración en los hombres, que no ven atendidas sus demandas sexuales.
No es fácil, pero debemos tener claro que la relación con nuestra pareja tiene que estar por delante de la relación con nuestros hijos. Al fin y al cabo, del bienestar de la pareja depende en primera instancia el bienestar familiar –tu pareja puede dejar de serlo en cualquier momento, tu hijo no dejará de serlo nunca–. Todo esto no quiere decir que debamos abandonar a nuestros niños, pero debemos reservar espacios para disfrutar de nuestra pareja sin estar pensando en ellos. Siempre hay formas, encuentra alguna…
• Ignorar el tema: Muchos de los problemas sexuales de las parejas surgen por las dificultades para discutir sobre el asunto. Esa falta de comunicación provoca que las partes se sientan tan vulnerables al demandar sexo como cuando estaban solteras, lo que conduce a intensos sentimientos de traición y rechazo.
Confrontar la realidad: El sexo, tiene que ser siempre pasional, espontáneo y salvaje. Pero eso, en una pareja que lleva más de cinco años juntos es, sencillamente, imposible. La buena noticia es que el sexo no tiene por qué ser espontáneo para ser bueno, sino que puede planificarse, como cualquier otra actividad y, de hecho, merece la pena hacer un hueco en nuestra apretada agenda para practicarlo. Hay quien piensa que el sexo debe ser necesariamente una actividad espontánea, pero es un error: mejor tener relaciones planificadas que no tenerlas.
• El sexo no interesa: Lo cierto es que hay matrimonios en los que el sexo desaparece por completo, pudiendo sufrir incluso “anorexia sexual”. En dicho caso, no solo se evita la cama, sino también las muestras de afecto y cariño.
Este es el problema sexual más intenso que puede sufrir una pareja y también el más difícil de solucionar y, si esta situación se prolonga en el tiempo, no hay más remedio que la separación.
• Sexo no es igual a libertad: El sexo en pareja puede seguir siendo divertido, pero si pensamos que, una vez que convivimos con nuestra pareja, el sexo ha perdido su capacidad liberadora, no seremos capaces de verle la gracia al asunto. Urge cambiar de mentalidad y tomar en cuenta que estaremos con la persona que realmente amamos, evitaremos todos los problemas asociados al sexo casual (que también los tiene) y, si trabajamos en ello, tendremos una vida sexual igual o más satisfactoria.