Actualmente, existe todo un debate sobre el futuro de la propiedad en que se ubicaba el zoológico Simón Bolívar y es urgente pedir el rescate de este pulmón urbano.
Desde luego, ya hay una lluvia de propuestas de lo que se debe hacer con estos 26.000 metros cuadrados, que abarcan desde un jardín botánico hasta un museo de cambio climático.
Lo vital es que, sin importar la determinación, esta vaya orientada a preservar la naturaleza, más tomando en cuenta los pocos espacios verdes que quedan en San José.
Y es que debe imperar el conocimiento de que este terreno forma parte de lo que se denomina el Corredor Biológico Interurbano Río Torres. No podemos permitir que se siga destruyendo la naturaleza.
El ver mapaches deambulando por el Hospital México no es casualidad, pues con la construcción de la Circunvalación Norte y el nuevo edificio del Banco Central, muchos animales quedaron sin casa.
Todos conocemos historias de vecinos de localidades cercanas que comentan cómo estos animalitos han ingresado a sus casas y ahora lo hacen a estos edificios tras perder su hábitat natural.
Muchos más estarían en la misma condición, pero quizá por su tamaño y características no estén tan presentes en la mente de la población, porque, poca o mucha, sí existe una afectación.
No estamos en contra del desarrollo, pero todos estos proyectos deberían tener en consideración qué consecuencias podrían desencadenar en la naturaleza y, en caso de ser necesario, que se planteen ambientes sustitutos.
Para el caso en discusión, es el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) quien debe definir si en efecto está dispuesto a ceder este inmueble a la Municipalidad de San José o si asume un proyecto por sí mismo.
En otros países, los jardines botánicos funcionan como una especie de museo que además se destina a la conservación y preservación de especies con aportes a la investigación.
Se debe tener la claridad de que, una vez se ceda el terreno al municipio, más adelante podrían darle cualquier uso, a menos que se establezca alguna prohibición a través de una Ley.
Recordamos que hace algunos años circuló una versión sobre el interés de que allí se pusiera un casino, por la cercanía con algunos hoteles capitalinos ubicados en el Barrio Amón.
Un proyecto así o cualquier otro que suponga la tala y eliminación de espacios verdes sería devastador. Ojalá y se logre que este lugar se convierta en un nuevo ícono de la naturaleza.
Necesitamos más espacios donde se rescate lo verde y qué mejor que en la capital, lo cual no solo sería un insumo importante para aminorar la contaminación, sino que podría generar un gran atractivo turístico.
En esta discusión es fundamental que participe la academia, no creemos que deba dejarse únicamente en manos de la política, sino que sea una propuesta realmente enriquecedora.
Debemos tener los ojos puestos en el futuro, pensando en qué es lo que queremos heredar a nuestros hijos y sobre todo en el legado que pensamos aportar como sociedad a las futuras generaciones.