Costa Rica se encuentra en un momento crítico en el que el bienestar del país no puede quedar a merced de los intereses individuales o partidistas.
La precampaña electoral ha comenzado a marcar el pulso de las discusiones políticas, generando una oleada de especulaciones y movimientos que lejos de aportar soluciones desvían la atención de los problemas más urgentes que enfrenta la nación.
Las aspiraciones políticas son legítimas y forman parte esencial de toda democracia. En el Congreso, al menos cuatro legisladores han manifestado su intención de contender por la Presidencia de la República.
Por otro lado, la jefa de fracción oficialista Pilar Cisneros ha dejado entrever que el presidente Rodrigo Chaves podría estar considerando postularse como diputado.
Si bien estas dinámicas reflejan la pluralidad de nuestro sistema político, es imprescindible que las ambiciones personales no se interpongan en el cumplimiento de las responsabilidades actuales. La ciudadanía espera resultados, no promesas a futuro.
El sector privado, motor esencial de la economía nacional, requiere confianza y estabilidad para invertir y generar empleo, sin embargo, los debates políticos anticipados y la incertidumbre pueden socavar ese clima de seguridad.
La competitividad de Costa Rica continúa enfrentando serias dificultades. La burocracia, la falta de modernización y la lentitud en los procesos administrativos son lastres que deben abordarse con urgencia.
Además, es preocupante el estado de nuestra infraestructura. Grandes proyectos como la modernización de puertos y carreteras han quedado relegados al plano de las promesas incumplidas. El puerto de Caldera, uno de los principales puntos de entrada y salida de mercancías, se encuentra saturado y requiere una intervención inmediata. Sin una red logística eficiente, el país pierde competitividad a nivel regional e internacional, afectando, tanto a los exportadores como al consumidor final.
“La historia no perdonará a quienes, teniendo la oportunidad de actuar,
optaron por el ruido electoral en lugar del avance real”
La educación es otro de los pilares que demanda atención prioritaria. En un mundo cada vez más interconectado y competitivo, fortalecer la educación técnica y dual debe ser un compromiso nacional.
Esta modalidad permite que los estudiantes adquieran experiencia laboral mientras cursan sus estudios, preparándolos para enfrentar los desafíos del mercado laboral y promoviendo una mejor inserción en sectores estratégicos, no obstante, los avances en esta materia han sido insuficientes.
Es fundamental redoblar esfuerzos para que este modelo llegue a más regiones y beneficie a más jóvenes costarricenses.
Asimismo, fomentar una cultura de emprendimiento debe ser una prioridad para diversificar las fuentes de empleo y fortalecer la economía. La innovación y la capacidad de crear nuevas oportunidades son claves para reducir la dependencia de los sectores tradicionales y aumentar la resiliencia frente a crisis económicas. Para ello, se necesitan políticas públicas que faciliten el acceso a financiamiento, capacitación y acompañamiento para los emprendedores.
Por todo esto, es urgente que la agenda política no quede atrapada en un constante ciclo de campañas anticipadas y luchas internas. El país tiene un año y cuatro meses antes de que termine el actual periodo de Gobierno y cada día cuenta.
Existe una oportunidad real de concretar proyectos, mejorar políticas públicas y sentar bases sólidas para un futuro más prometedor.
Echar por la borda este tiempo sería una falta de respeto hacia los ciudadanos que esperan respuestas y acciones concretas.