Álvaro Uribe Vélez, expresidente de Colombia, escribió el libro “No hay causa perdida”. Con este título describió la transformación del país. Efectivamente, Colombia era reconocida como una nación con niveles importantes de violencia. Ante ello, Uribe, muestra el camino en el logro de objetivos que pusieron al país en otra historia más esperanzadora para sus habitantes, a través de una política pública y un liderazgo personal.
Costa Rica no tiene en este momento histórico una situación social tan compleja, pero tiene problemas que nadie quiere que se sigan a escapando de las manos y que de atender inadecuadamente, representa la antesala a una descomposición social. En este contexto es que el pensamiento de Uribe, se convierte en una herramienta que ofrece claves esenciales para enfrentar, desde el gobierno, una situación de crisis, general o institucional. No es mi intención hacer un resumen del libro, pero me he atrevido a plantear las claves de Uribe: amor, coraje, constancia, confianza, responsabilidad y lealtad.
El amor a la patria debería traducirse en posturas que visualicen el interés público y no el partidario o particular; partiendo de un conocimiento auténtico de las necesidades y realidades de la gente.
Coraje, implica toma de decisiones que tengan que adoptarse sin importar si son populares o no.
Constancia, consecuencia de políticas públicas claras, decisiones que trasciendan, visiones de país que superen la expectativa de los 4 años. Confianza, producto de la transparencia, la participación ciudadana, de brindar información constante a las y los habitantes, pero además de recibirla y preocuparse por generar acciones dirigidas a atender estas peticiones.
Responsabilidad, inicia con la elaboración de un plan de gobierno producto de un estudio de necesidades y urgencias y no la consecuencia de un requisito legal. Continúa con la escogencia del equipo de trabajo, las personas idóneas y no los amigos de la campaña; pero además implica la hidalguía y el valor de aceptar los errores y de asumir las consecuencias, sin que terceros más débiles en la cadena de mando, terminen siendo los sacrificados.
Lealtad, lo ha de ser con el interés público, con el servicio público, con las y los habitantes, con su patria, consigo mismo.
Yo propongo agregar a estos elementos, respeto por los Derechos Humanos, que implica ver a las personas en términos de igualdad y equidad sin, discriminación alguna y en igualdad de oportunidades. Desconozco si Colombia cambió para siempre su destino, desconozco si el señor Uribe se hace publicidad inmerecida con su libro, lo cierto es que hubo un cambio en Colombia y que los principios que esta obra presenta, son la base para revertir procesos de descomposición social y retomar una senda de desarrollo consecuente. Creamos que en realidad “no hay causa perdida” pero entendamos que tienen que haber hombres y mujeres que asumamos la causa, para construir una Costa Rica distinta.