La famosa “Ruta del Arroz” no está ayudando al consumidor y mucho menos al productor. Hoy vemos un grano más caro y al mismo tiempo a decenas de agricultores en ruina.
Estamos prontos a que se cumplan dos años desde que el Gobierno decretó la política y todavía no se ve un impacto positivo del plan, mientras las deudas de los arroceros crecen día con día.
Nos remitimos a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y de la Corporación Arrocera Nacional para llegar a ambas conclusiones.
Los resultados deberían comenzar a evaluarse y no esperar hasta agosto próximo para decirle a la ciudadanía qué aspecto positivo vino a aportar este plan.
Por un lado, se está encareciendo el producto de mayor consumo entre los hogares de menores recursos y por otro estamos incentivando a acabar con la siembra de arroz en Costa Rica.
Realmente no encontramos una explicación. Tomamos una ruta completamente contraria a la que están siguiendo otros países del mundo donde más bien buscan fortalecer la seguridad alimentaria.
Desde ya se anuncian nuevos virus similares al Covid-19 y es solo en emergencias como estas que nos damos cuenta de la importancia de nuestra agricultura y el enorme aporte que hace a la sociedad.
Es cierto que el producir arroz localmente se volvió caro y difícil ante la falta de seguros de cosechas, de financiamiento, de canales de riego y cooperación técnica.
Sin embargo, una calidad como la de nuestro grano no es sencilla de encontrar. “Siembren otra cosa” es lo que les dicen a nuestros productores, ¿y qué pasará cuando las cosechas de arroz comiencen a desaparecer como ocurrió con el frijol?
No estamos en contra de la importación. Creemos que ambas actividades pueden convivir en el mercado, como ha ocurrido por años, pero es evidente que al productor no le están dejando más opción que retirarse.
Llegó el momento de evaluar los pros y los contras de las decisiones que se han adoptado recientemente en materia agrícola por parte del Gobierno.
Muchas cosas se pueden decir, pero no resulta posible engañar al bolsillo del consumidor, porque es el que mes a mes se ve en la necesidad de sacar más dinero para pagar por la bolsa de arroz.
Ahora nos pueden decir que, si no se hubieran tomado estas medidas, el precio del arroz hubiera subido y que el beneficio es que el costo se haya mantenido. Juzgue usted…
En un libre mercado es el consumidor quien debe elegir qué producto consume y hay muchas formas de establecer acciones que riñen en contra de la libre competencia.
De verdad que no se vale que los productores se sientan solos en esta lucha y sabemos que hay de todo, pero algunos ciertamente ya no encuentran salida.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería es el llamado a interceder para la defensa de un sector arrocero que a todas luces ha sido abandonado. No es poniendo trabas a la producción como este país va a prosperar.
Queremos que exista un mercado libre y en competencia donde todos los sectores se vean favorecidos, siempre con la mirada puesta en beneficio del consumidor.