Una vez más, es justo analizar una serie de aspectos que se relacionan con los salarios y las jornadas laborales en nuestro país. Y es que, en esta materia, aún imperan una serie de aspectos, que evidencian la injusticia salarial y los abusos que se cometen contra muchos trabajadores, sobre todo en el sector privado.
A la luz de las leyes y regímenes salariales, ciertamente el Ministerio de Trabajo publica una lista de salarios base, entendidos como salarios mínimos, los cuales se vinculan por el tipo de trabajo, nivel académico y en una escala general, al parecer adecuados a la inflación nacional. Sin embargo, para muchos patronos, esa tabla salarial apenas es referencial, por eso no la cumplen.
En el sector público, sobre esa base, con el paso del tiempo el empleado empieza a gozar de una serie de pluses, como son las anualidades, dedicación exclusiva, entre otros. Pero la verdad es que, esos beneficios en la mayoría de casos son gollerías, pese a que los sindicatos digan cínicamente que son derechos adquiridos (pero no éticos ni morales). Y es que esos pluses pasan a formar parte del salario, para efectos de cálculos de aguinaldos, pensiones de vejez o en relación a otros aspectos.
En los altos puestos gerenciales de las instituciones descentralizadas como RECOPE, INS, CCSS, bancos públicos, entre otros, se tiene la libertad de incrementar los salarios significativamente. Entonces, muchas personas ganan demasiados millones al mes, o montos suficientes que pueden equivaler a varios salarios mínimos según el tipo de oficio (por ejemplo, de misceláneos, choferes, trabajadoras domésticas, obreros de fábricas, entre otros puestos).
En otras palabras, estos esquemas lo que hacen es que algunos ganen mucho y otros muy poco, y eso evidencia que el ingreso per cápita de Costa Rica se vuelva pura quimera. Es más, ante estos hechos, aquí se incumple el postulado del artículo 50 de la Constitución Política de Costa Rica que expresa:
“El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza…”.
Además, muchas veces el mismo Ministerio de Trabajo no hace valer el enunciado que también reza la Carta Magna en su artículo 57:
“El trabajador tendrá derecho a un salario mínimo, de fijación periódica por jornada normal, que procure el bienestar y existencia digna. El salario será siempre igual para trabajo igual en idénticas condiciones de eficiencia…”.
En el sector privado, es común que la mayoría de empresas de seguridad privada se tengan jornadas de trabajo de doce horas, lo cual implica que el vigilante o guarda trabaje más de las 48 horas semanales estipuladas como máximo.
Los choferes de buses de rutas fijas, también sufren de abusos en sus jornadas de trabajo, al punto que muchos apenas pueden dormir tres o cuatro horas y luego deben volver al extenuante trabajo. Otras veces, ni siquiera pueden tomarse un café, almorzar o cenar en su momento indicado, pues no se les da el tiempo respectivo.
Sin embargo, cuando alguno de estos trabajadores se atreve a denunciar esas irregularidades ante el mismo Ministerio de Trabajo, en la mayoría de casos no se dictan fuertes sanciones a los patronos y todo queda impune, pese a que el artículo 58 del Código de Trabajo dicta que:
“La jornada ordinaria de trabajo diurno no podrá exceder de ocho horas diarias y cuarenta y ocho a la semana. La jornada ordinaria de trabajo nocturno no podrá exceder de seis horas diarias y treinta y seis a la semana. El trabajo en horas extraordinarias deberá ser remunerado con un cincuenta por ciento más de los sueldos o salarios estipulados. Sin embargo estas disposiciones no se aplicarán en los casos de excepción muy calificados que determine la ley”.
Por otra parte, los procesos de conciliación a nivel judicial y de las instancias del Ministerio de Trabajo entre obreros y patronos, se vuelven tan lentos y llenos de impugnaciones, que el mismo trabajador (principalmente del sector privado) se da por vencido y deja todo tirado, con el consecuente perjuicio o menoscabo de sus derechos.
Tan solo, esos aspectos son apenas, una semblanza del esquema de desigualdad social que aún se vive, esto por cuanto falta voluntad, de defender a los sectores más vulnerables, en el ámbito laboral de Costa Rica.
*Comentarista de temas cotidianos