El crimen organizado toma forma en Costa Rica y avanza, arrastrando a la niñez a su paso. Los expertos aseguran que los reclutadores se aprovechan de las edades vulnerables, a falta de leyes que alcancen y castiguen a menores de edad que inician su carrera en la delincuencia desde niños.
Precisamente ese análisis en este momento señala que la Ley de Justicia Penal Juvenil juzga solo a los menores entre los 12 a los 17 años, pero aquellos que cometan un delito siendo menores a los 12 años quedan bajo custodia del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
¿QUIÉN TIENE LA CULPA?
Para el director del OIJ, Randall Zúñiga, los niños y jóvenes carecen de oportunidades que ayuden a minimizar el impacto de la entrada y vinculación al crimen organizado.
\”Hay un estudio que dice que el 77% de los jóvenes no terminan ni el noveno año en zonas como Limón y Puntarenas\”, manifestó.
Por su parte, Rogelio Ramírez, abogado criminalista, asegura que el sistema ha cambiado considerablemente.
“La solución a esto no está en el incremento de penas ni en inventarse más delitos, tampoco está en hacer más cárceles, y es hacer lo que es obvio, pero nadie quiere ver.
Cuando digo nadie no es la ciudadanía, sino los tomadores de decisiones.
¿Dónde está el problema? En esos ámbitos, en esas etapas, en esos momentos de formación de las personas en la etapa de construcción de la personalidad. Ahí es donde está el punto de quiebra”, explicó.
“Cuando se busca en formar a las personas, especialmente a una persona de 9 años que está apenas en su etapa de formación e identificación de valores, que está buscando modelos conductuales, pertenencia a una sociedad, a un país, bueno, lo que encuentra son los brazos abiertos de las estructuras criminales porque el Estado deja espacios vacíos”, agregó.
QUIEREN SER SICARIOS
La realidad que enfrentan los niños hoy día es muy diferente a la de hace 10 o 20 años. Según el director del OIJ, hay menores que quieren ser sicarios porque dicen que vieron a un papá o vecino comprar una casa.
La criminóloga Tania Molina, señala que muchas veces el Estado no es tan culpable.
“Niños de 9 años, con conductas desviadas, que no encuentran censura en sus núcleos intrafamiliares y que por lo tanto son incentivados a cometer delitos por efecto gradación, por efecto imitativo.
Tiempos de gratificación instantánea, donde todo es ya y se les ofrecen celulares, tenis y dinero en efectivo por mover combustible, trasladar drogas, vigilar zonas. Para ellos es muy atractivo”, indicó.
“Son afiliados a las organizaciones criminales con drogas, los hacen adictos, no solo para sostenerlos como clientes, sino para hacerlos sentir (parte) de un grupo.
Lo otro es que los criminales se aprovechan de la vulnerabilidad del desarrollo cognitivo, pues los niños y adolescentes son influenciables y moldeables absolutamente”, agregó.
MENTE CRIMINAL
En tanto la psicóloga Stephanie Vílchez afirma que “todos los seres humanos buscamos pertenecer, tener un lugar en cualquier sistema eso nos hace sentir seguros. Si el niño o niña no siente que ocupa un lugar importante en el seno familiar, entra en un estado de vulnerabilidad, un lugar que el crimen organizado tiene claro”.
“Empezar a sentirse visto, útil, necesitado, hacer que estos niños encuentren sensación de seguridad y pertenencia en estos espacios de crimen. Además, pueden tener fácil acceso a cosas materiales que quizás no podrían obtener”, agregó.
“Muchos de estos niños además pueden tener figuras de apego y seguridad que están en la delincuencia y ellos solo copian a sus modelos, incluso pueden estar copiando figuras de influencia de internet, retos de redes sociales”, recalcó la experta.
OTROS FACTORES
La experta dice que otro factor que puede causar este tipo de conductas es la pobreza, las carencias familiares y la marginalización por problemas físicos, económicos o mentales.
“La realidad es que son diversos los factores, pero en cualquier caso si un niño bajo cualquier condición cuenta con un adulto que lo sostenga, lo valide, lo reconozca y lo apoye, el niño sale adelante. Tristemente cada día los adultos están menos disponibles, delegan los espacios de recreación, deporte y arte a las pantallas o simplemente ignoran las necesidades del niño”, subrayó.
FENóMENO NO ES AISLADO
Abelardo Morales, sociólogo de la Universidad Nacional, dice que “el fenómeno de la criminalidad es un pico más alto de la sociedad, una de las manifestaciones de una sociedad en crisis.
No es un fenómeno aislado, un ente de seguridad pública que puede ser una perspectiva de la represión o de acciones judiciales, sino que es un fenómeno de la sociedad que está manifestando fracturas, rupturas y vacíos en diferentes ámbitos”.Aquí es donde surge la pregunta ¿podrán hacer algo las autoridades para salvar a lo más preciado que tiene la sociedad?
Esta respuesta la buscamos en nuestra próxima entrega con fuentes autorizadas y que ya cuentan con programas capaces de darle un giro a lo que parece un problema sin retorno.