Sí, el pueblo venezolano, en plena crisis y tras el anuncio de la orden de detención de Edmundo González, presidente electo del país, comenzará la celebración de las fiestas navideñas en octubre. No estoy segura si el 24 de diciembre, como fecha conmemorativa del nacimiento de Jesús, será trasladado a otra fecha a conveniencia del actual mandatario, pero sí que la estrategia para distraer y confundir al pueblo no tiene límites.
La solicitud de arresto por “terrorismo” en contra de Edmundo González Urrutia, tiene tan poco sustento legal que era necesario distraer la atención de la ciudadanía y evitar a toda costa que la gente tenga el tiempo y “cabeza” para analizar la “presunta comisión de un delito” y se dedique desde ya a la celebración de fiestas.
La orden de captura fue acogida por un tribunal y la reacción internacional no se dejó esperar, países entre los que se encuentra Costa Rica, de inmediato rechazaron esta medida, conscientes que desde hace muchos años la independencia del Poder Judicial en Venezuela está comprometida.
La Conferencia Episcopal, por su parte, censuró el traslado de la Navidad al mes de octubre y rechazó el uso político de la Navidad, remarcando que “el modo y el tiempo de su celebración compete a la autoridad eclesiástica”. El cambio, que había sido anunciado a través del programa semanal “Con Maduro+”, se suma a la larga lista de distractores que por años se han usado para desviar la atención de la ciudadanía sobre lo verdaderamente trascendente, sobre los abusos, sobre las irregularidades, mentiras y en este caso, sobre la persecución de quienes han puesto de manifiesto el fraude electoral.
Calificar de acto de terrorismo el poner en conocimiento de la ciudadanía las actas con que se certifica la elección del señor Edmundo González Urrutia como legítimo presidente de Venezuela es cínico y vergonzoso por cuanto el Tribunal Electoral no ha sido capaz de presentar los originales de esas mismas actas para certificar el triunfo del oficialismo y desmentir, con pruebas, el triunfo de la oposición. El proceso electoral se certifica con el conteo de votos, no mediante una proclamación carente de pruebas fidedignas y avalada por un tribunal judicial de dudosa independencia. Terrorismo electoral es el sabotaje eléctrico con el que se pretendió cambiar la voluntad popular, así como la desaparición y encarcelamiento de los opositores. Pero del autoritarismo y la dictadura lo podemos esperar todo.
El adelanto de la Navidad significa más que la celebración adelantada de la época navideña, es la oportunidad de aliviar, aunque sea en forma momentánea, la tensiones que vive el país, y la oportunidad de mantener el apoyo de sus simpatizantes a través de la entrega de víveres y dadivas. No perdamos de vista que las “ocurrencias” de los autócratas, por más descabelladas que parezcan tienen un propósito, son estrategias estudiadas y diseñadas para manipular, acaparar la atención de la ciudadanía y desviar la atención, en este caso de la crisis que se vive al interior del país, de la creciente inestabilidad y el rechazo internacional a la proclama del oficialismo que lo puede dejar sin el reconocimiento de importantes países.
Algunos medios han calificado el anuncio como sorprendente… lo verdaderamente sorprendente es que todavía haya quien, a pesar de la miseria en la que se encuentra hundido el país, a pesar de la destrucción de la institucionalidad, el asalto al Poder Judicial, la intromisión en el Tribunal Electoral, la violación a derechos humanos, la persecución politica a los opositores y la innegable migración de más de 7 millones de venezolanos, haya quienes les sigan apoyando, justifiquen sus excesos y crean que están mejor.
*Ex primera dama de la República