Estos días son de reflexión y descanso, de perdón y amor, sin embargo muchas personas dejan en el abandono a sus parientes adultos mayores, quizá sus propios padres y madres, a los que llevan a hospitales y otros centros de cuido.
Según estadísticas preliminares del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), existen cerca de 200 ancianos en estado de abandono.
De esos 200 casos, 111 fueron reportados en hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) mientras que el resto en juzgados, entre otros.
Sí, esos números del Conapam parecen aterradores en momentos en que el mundo lucha contra el coronavirus.
Y más aterrador es que decenas de ciudadanos de oro también son dejados en el olvido en sus casas, a pesar de ser la población más vulnerable para el coronavirus.
Los abuelitos son parte importante de nuestras vidas, no hay por qué dejarlos de lado.
Es una condición natural que su cuerpo no tenga la misma fuerza para hacer algunas actividades, pero es un acto de calibre inhumano excluirlos durante una temporada en la que deben estrecharse lazos de solidaridad.
Esta clase de acciones tienen nombre, son episodios de violencia y agresión, para los que también hay pena.
Lamentablemente esta situación es repetitiva. En el 2018 las autoridades recibieron al menos 600 denuncias por casos de violencia doméstica con víctimas que superan los 65 años de edad. Para Semana Santa unos 50 abuelitos fueron abandonados.
Las estadísticas revelan que casi 1.000 adultos mayores fueron irrespetados física, psicológica, patrimonial o sexualmente, situación que a todas luces parece incomprensible.
En la mayoría de las denuncias, los agresores son los familiares más cercanos como hijos, nietos o hermanos.
Pero lejos de mejorar la situación en favor de este sector, a sabiendas de sus necesidades, el paso de los años y aun la existencia de una ley de protección se les manda al olvido social.
No podemos tapar el sol con un dedo, muchos de nuestros ancianos están bastante lejos de tener una vida digna, apenas les alcanza para salir el día a día, lo que les obliga irremediablemente a depender de sus seres queridos.
La situación pasa a ámbitos más graves, pues un 30% de la población en adultez en Costa Rica vive en estado de pobreza, siendo así más vulnerables a actos de violencia dentro y fuera del hogar.
Las poblaciones mayores requieren hoy la atención que en su momento el seguro social no planificó. La aplicación de la medicina preventiva podría de alguna forma estar paliando las aglomeraciones a las que está sometido el sistema.
El envejecimiento es inevitable y la tendencia mundial arroja una mayor cantidad de personas en esa condición. Las tasas de natalidad han descendido y las necesidades de los países están variando, sin que hasta ahora haya consciencia real.
Al ver el panorama actual y considerando que en 3 décadas más del 50% de la población superará los 65 años, la Caja debería estar haciendo planes estratégicos para funcionar acorde a las necesidades y no apenas “pal’ gasto diario”.
Por poner un ejemplo, no solo es un asunto de los costarricenses. En América Latina y el Caribe desde 2010 la población de 60 años y más supera al grupo de menores de 5 años. Y en la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores a las 6 décadas, según el Índice Global sobre Envejecimiento.
Para el 2050, las personas en esas condiciones serán 2.000 millones, lo que resulta en más del 20% de la población mundial.
Gran parte de nosotros llegará a edades adultas con las dificultades que implica en la salud, la vivienda, los ingresos y las relaciones familiares. Algunos en mejores condiciones que otros, pero al fin adultos mayores con marcas de experiencia, con mentes cargadas de recuerdos o víctimas del olvido, con manos y pies débiles, con voces entrecortadas, pero necesitados de amor, dignidad y respeto; derecho de todo ser humano, por eso cuide a sus adultos mayores, no los abandone, no los agreda, y menos en tiempos de crisis tan terribles como los que estamos viviendo.