En el año de su bicentenario, Costa Rica enfrenta uno de los periodos más difíciles y sombríos de su historia. Al iniciar el 2021, una crisis múltiple, con expresiones y ramificaciones en distintos ámbitos, es lo que caracteriza al país.
La seria crisis económica y fiscal que ya estaba presente, antes de la irrupción de la Covid-19, se agravó y desnudó a lo largo del año 2020.
En el año 2020, la economía costarricense decreció un 5,5%, un récord histórico, que cumplió con las previsiones de la Cepal y el Banco Mundial. Mientras tanto para el presente 2021, se proyecta un crecimiento del 2,3% del PIB; lo que representaría una de las recuperaciones más lentas de la región.
Las inevitables medidas como las de confinamiento y distanciamiento físico, han generado un severo golpe inmediato a la economía y será mayor, si la amenaza de la extensión y prolongación de la pandemia obliga a mantener (e incluso, profundizar) algunas de estas medidas por más tiempo, aún cuando la vacunación emerja como una esperanza de cambio positivo en la situación.
En marzo del 2020, al inicio de la pandemia en Costa Rica, el desempleo era del 12% y escaló, vertiginosamente, al compás del cierre de muchas empresas. Miles de personas perdieron sus empleos, con lo que el desempleo alcanzó la cifra récord de un 25% en agosto anterior; muchas otras han quedado subempleadas; centenares de micro, pequeñas y medianas empresas se han paralizado; las personas que han acrecentado la economía informal (46%) han dejado de percibir los ingresos cotidianos para la subsistencia familiar; miles de productores agrícolas también han visto severamente reducidos sus ingresos y sus cosechas han sido afectadas. La pobreza y extrema pobreza aumentaron significativamente, según la última encuesta del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC). La pobreza alcanzó al 26,2% de los hogares del país.
Mientras tanto, el incremento de la desigualdad social en el 2020, la Cepal lo valoró entre un 3 y casi un 4%. En la última década, en el país se ha incrementado, de manera sostenida, este indicador. Según el Banco Mundial, nuestro país ocupa el poco honroso octavo lugar entre los más desiguales del mundo. Y si la proyección de la Cepal se cumple, la desigualdad será mucho mayor.
Desafortunadamente, lo que se expresa como números y datos estadísticos fríos se traduce en miles hogares donde el hambre, se está asomando irremisiblemente a sus puertas. Se trata de un panorama desolador donde para muchas personas apenas habrá recursos para una dura supervivencia.
En este difícil presente de grave crisis general, se ha puesto a prueba la calidad de los liderazgos políticos. Y por lo que se observa, se puede concluir que ni el Ejecutivo, encabezado por el presidente Carlos Alvarado, ni los partidos que dominan la agenda legislativa, han estado y están a la altura de lo que está sucediendo y de lo que demanda el país, en el presente y demandará, una vez que la multi-crisis actual, sea superada.
Dentro de este contexto general, es que un numeroso grupo de ciudadanas y ciudadanos, seriamente preocupados por el progresivo debilitamiento del Estado Social de Derecho, nos dimos a la tarea, antes de finalizar el 2020, de fundar un partido político que busca representar a los sectores –sociales y poblacionales– excluidos y a los grupos y sectores golpeados por la crisis, que emergió antes de la pandemia y que esta lo que ha hecho es agravarla y mostrarla en todo su sombrío esplendor.
El nombre del partido emergente es Fuerza Solidaria (PFS) porque es un imperativo político impostergable, reconstruir con fuerza la solidaridad que haga renacer una democracia real efectiva y la revitalización de un Estado Social y Ecológico de Derecho.
El Partido Fuerza Solidaria se propone como objetivo general representar en forma genuina, eficaz y eficiente los intereses y aspiraciones de los sectores y grupos de la sociedad costarricense, estructural e históricamente, excluidos del desarrollo nacional, que incluyen a las mujeres pobres y jefas del hogar, a las y los jóvenes, a las personas con discapacidad, a las personas indígenas, a las personas mayores, a las personas afro-descendientes, a las y los trabajadores desempleados, a las y los trabajadores informales, a las y los campesinos sin tierra y a los pequeños y medianos agricultores, así como a los sectores urbanos, a medianos empresarios y de cualquier otro grupo o sector que aspira a una vida digna, justa y decente.
En este momento crucial de la historia nacional, el partido reivindica –siendo fiel a sus principios doctrinarios y programáticos fijado en su Estatuto—la necesidad de impulsar una reactivación económica, inclusiva y solidaria, que recoja las aspiraciones de todos los sectores del país, prioritariamente de los sectores más gravemenete afectados por la crisis general.
*Presidente del PFS