En la comunidad de Puerto Jiménez en Puntarenas, un grupo de mujeres cría pupas de 15 especies de mariposas que exporta a varias ciudades del mundo, incluso Dubái.
Lidieth Fernández, en busca de generar ingresos para su hogar, tuvo la oportunidad de capacitarse sobre estos insectos, lo que eventualmente la llevó a emprender el mariposario junto con sus hermanas.
Todo comenzó cuando caminando por un sendero cercano a su hogar se encontró con una mujer que le comentó sobre la posibilidad de recibir una capacitación impartida por el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
“Vieras que ando apuntando personas para formar un grupo de 15 y el INA venga a dar un curso sobre mariposas. ¿No le gustaría anotarse?”, le preguntó.
Sin conocimiento previo y con un temor marcado hacia las larvas decidió inscribirse únicamente para ayudar a completarlo, no obstante, al iniciar
descubrió un mundo completamente nuevo, las clases eran muy completas, además, incluía información detallada sobre plantas y el proceso para construir este lugar.
También le enseñaron a fabricar jaulas y realizar colecta de estos insectos en la montaña, siempre bajo una estricta regulación para evitar el daño a las especies.
“La instructora nos motivó a hacerlo y se ofreció a brindarnos asesoría, así que nos animamos a organizarnos para trabajar juntas”, aseguró.
Con su hermana, Sileni, se plantearon la posibilidad de establecer su propio mariposario en un terreno de su padre.
Al obtener el apoyo familiar, lograron un préstamo gratuito y comenzaron desde cero, sembraron plantas específicas para alimentarlas y, con un techo improvisado de plástico, iniciaron la crianza. Lo llamaron Zaretis.
“Cuando empezamos, obtener 10 pupas a la semana era motivo de celebración”, comentó.
Sin embargo, aún carecían de los permisos necesarios para comercializar, por lo que una bióloga de la Universidad de Costa Rica les ayudó a formalizar el emprendimiento.
Con el paso del tiempo, el crecimiento del negocio exigió más mano de obra, fue entonces cuando otra de sus hermanas se unió al proyecto, aunque inicialmente tenía un fuerte pavor a las larvas.
Para contribuir, se encargó de sembrar las plantas hospederas en el jardín. Poco a poco y con el ejemplo de su pequeña hija, quien sin miedo las manipulaba, perdió el temor y terminó aprendiendo todas las técnicas necesarias.
Durante la pandemia de covid-19, otra hermana perdió su empleo y se sumó al proyecto, seguida posteriormente por una sobrina.
Llevan su idea a todo el mundo
La pupa es la fase intermedia de su ciclo de vida, entre la etapa de oruga y adulto.
Durante esta etapa, la oruga se transforma dentro de una cápsula protectora llamada crisálida, en la que ocurre un proceso complejo de metamorfosis.
Estas mujeres las venden a empresas nacionales que las llevan a Estados Unidos, Canadá, Turquía, Nueva Zelanda y, más recientemente, Dubái.
Tal es el caso de Suministros Entomológicos Costarricenses, que ahora es pionera internacional en este tipo de comercialización, pues anualmente exporta alrededor de medio millón de pupas de 65 especies.
Además, envían ejemplares para la exhibición de museos que desean mostrar la biodiversidad de estos insectos.
Si desea apoyar este negocio, puede contactarse a través del número 8396-1042 o en el perfil de Instagram @butterflyfarmzaretiscostarica.