Quizás decirles a las personas que el licor, las drogas y el volante no son los mejores aliados son palabras muy trilladas, que algunos ya están cansados de escuchar.
Además, recibir recomendaciones y consejos sobre estos temas muchos lo consideran tedioso, más cuando hay de por medio fiesta, vacaciones y descanso.
No obstante, no deja de ser necesario, pues apenas en los últimos cuatro días de este 2019 ya más de una veintena de personas encontraron la muerte de forma violenta, la mayoría por accidentes de tránsito.
Ninguna advertencia está demás en esta época cuando la gente se encierra en una burbuja de celebraciones, olvidando tomar las medidas básicas de seguridad y precaución.
Para diciembre del año 2017, las estadísticas oficiales del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) indican que la muerte llegó a 458 personas en accidentes viales, el año anterior esa cifra fue de 445, 13 víctimas menos; mientras que en lo que llevamos del año, ya se contabilizan más de 400 víctimas. Pero en total murieron de forma violenta 1.428 en 2017 y 1.346 en 2018.
Datos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) revelan que de las más de 8 mil pruebas de alcohol realizadas a choferes durante este año y hasta inicios de diciembre; 1.260 dieron positivo, lo que representa un 16%. De las positivas, 943 arrojaron resultados de ebriedad absoluta, es decir, el 75% de los resultados son por niveles muy altos.
Otros 167 evidenciaron alcohol en su organismo, pero en cantidades que no implicaban multas, mientras que 150 sí fueron sancionados con un cobro de ¢318.950.
Al 30 de noviembre se reportan 25 personas fallecidas por causas vinculadas al alcohol, lo que implica tres más que el año 2018.
En el país ocurren alrededor de 38.000 accidentes de tránsito cada año, un promedio de 100 accidentes diarios, lo cual genera unas 20 mil víctimas.
Lo anterior indica que al día unas 54 personas se ven afectadas, y de ellas un 12% queda con heridas de gravedad y ameritan atención médica especializada.
Desde enero hasta setiembre del año en curso, los servicios de emergencia han atendido 21.128 pacientes por accidentes, 13.980 de ellos viajaban en moto. En los últimos tres años han muerto por esta causa 3.953 personas, de las cuales el 82% eran hombres.
Para ser sinceros, a cualquiera se le ponen los pelos de punta, pues tantos hombres y mujeres muertos son números preocupantes, si tomamos en cuenta que son fechas de reflexión y descanso.
Costa Rica puede rajar que vive una vida de paz y tranquilidad, sin mayores incidentes, pero se encuentra en la lista de los países más violentos, con más muertes en el mundo por la velocidad, la imprudencia y el licor tras el volante.
Estos eventos siguen dando dolores de cabeza a los cuerpos de socorro. Parece que la gente no entiende y bien lo dice el dicho: “Nadie escarmienta por cabeza ajena”, ven en las noticias miles de escenas de sangre a causa de choques, atropellos y vuelcos, se lamentan por tales hechos, pero cuando llega el momento de decidir, eligen el riesgo, piensan imprudentemente y eluden la seguridad.
El exceso de confianza lleva a la desgracia y hay que hacer hincapié en un punto, pues si bien no se pone en duda que hay excelentes conductores, lo cierto es que con licor o drogas nadie puede cumplir bien esa función.
Hay que entender que estar al volante es una gran responsabilidad, no solo por la vida propia, sino por quienes van a bordo.
Los que tenemos licencia en mano debemos cuidar y velar por nuestros pasajeros, es como el piloto que lleva cientos de individuos en su avión o el capitán de un barco. No hay más responsables al momento de un infortunio y así lo estipula la ley.
Ya muchos partieron, no llegaron a ver el final del 2019, ojalá en estos cuatro días que restan para terminar el año, la muerte no sea una realidad para ninguna otra familia.
Que llegar al 2020 esté lleno de bendición, de plenitud y de vida, mucho depende de las buenas decisiones que tomemos.
Nadie dice que tomarse un vinito o un traguito de alguna bebida espirituosa sea un crimen, lo incorrecto es pasarse de la línea y luego hacer locuras. La ley es clara: el licor y el volante no son amigos.
Sin embargo, acá aprovechamos para hacer otro llamado de atención y es a quienes están en sus cinco sentidos, la vida no se expone, es innecesario.
En su condición de esposo, hermano, amigo e hijo no pierda la oportunidad de ofrecer soluciones a su ser querido que se enfiestó más de la cuenta. En medio de la algarabía, es mejor evitar montarse con personas alcoholizadas, por razones de seguridad.
En la calle justo en los días festivos hay taxis y plataformas de transporte por montones, si es temprano el servicio de buses funciona con normalidad, no vale la pena exponerse y menos cuando hay menores de por medio.
Ya sabe, viva feliz estos momentos: comparta, abrace, ame, respete. Cuide a los suyos y a usted mismo, que le espera -si Dios le permite- un año nuevo cargado de grandes bendiciones.