Altas cargas sociales, procesos engorrosos y problemas con los trámites de formalización son solo algunos de los problemas que enfrentan las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) para crecer en el entorno costarricense.
Así lo identifica el 55% de estas empresas encuestadas para una investigación realizada por el Centro Latinoamericano de Innovación y Emprendimiento (Celiem). Y es que el 16 de abril se celebra el Día Mundial del Emprendimiento.
El mismo análisis también identificó que, de las 152.000 micro, pequeñas y medianas empresa, el 70% se encuentra en la informalidad. “Esto genera dos preocupaciones: la primera radica en la falta de responsabilidad hacia el cumplimiento de las obligaciones con el Estado; y la segunda por la preocupación de la limitada oportunidad que pueden tener estas empresas de incrementar su productividad y darle valor agregado a su producción permitiendo con ello acceder a nuevos mercados tanto nacionales como internacionales, aunque algunos dirán que productividad e incremento de valor agregado no son sinónimo de formalidad, lo cierto es que buena parte de ese parque empresarial informal lo constituyen las microempresas o nuevos emprendimientos”.
Sumado al trámite de formalización, otro de los grandes temas está en los costos de estos requisitos, particularmente para los compromisos sostenidos que las empresas deben asumir, en donde es necesario repensar los criterios de gradualidad de las contribuciones según la etapa de crecimiento.
Las mipymes concentran más del 33% del total de empleo que se genera por parte del sector privado, y aportan más del 36% del PIB del país. Esto debido a que el país ha generado toda una estructura legal referente a este tema.
Según Luis Álvarez Soto, director ejecutivo de Celiem, “Costa Rica es quizá el país de la región centroamericana que ha conformado un marco jurídico relevante para establecer un ecosistema capaz de resolver los desafíos más importantes que los emprendedores enfrentan en todas las etapas de desarrollo. Sin embargo, eso no quiere decir que no existan problemas estructurales que en la implementación de ese marco jurídico se hayan resuelto, y sin duda hay una gran tarea por delante para garantizar la facilidad en la creación de negocios, pero sobre todo en alivianar las cargas operativas en los primeros años de operación de los emprendimientos”.
DIFICULTADES EN SUS INICIOS
Los primeros años para una pyme pueden ser verdaderamente caóticos. Para Ana Inés Bolaños, coordinadora de Acompañamiento y Capacitación de Celiem: “Hoy día se sabe que sí hay un tiempo, donde se distingue qué emprendimiento tiene éxito y cuál debe abandonar la idea de negocio. Se ha identificado que el umbral es entre el segundo y tercer año de comenzar el negocio”.
Bolaños indica que las razones del fracaso de las empresas en sus inicios van desde la tramitología cuando piden permisos como los sanitarios o los de funcionamiento que cambian según el municipio (al menos en asuntos de pymes no hay una unificación todavía), no comprender los beneficios de migrar una figura de persona física a una jurídica; hasta aspectos que le van a dar mayor respaldo a su propuesta como el registro de marca o aspectos de propiedad intelectual.