Costa Rica atraviesa una de las situaciones más complejas en materia de desempleo. Es entendible que muchos estén buscando opciones propias para subsistir, porque difícilmente alguien trabaje gratis.
Muchos invierten el poco de dinero que tienen e ingresan al mundo de los negocios por medio de las microempresas, las cuales están abandonadas a su suerte.
Muchos han montado su empresita intentando hallar un modo de sacar a su familia adelante, pero la situación económica también ha provocado que muchos cierren las puertas de sus negocios.
Estos datos salen de la última Encuesta Nacional de Microempresas de los Hogares, la cual afirma que 43.905 microempresas desaparecieron en el último año, lo que lleva a preguntarse de qué está viviendo la gente que dependía de dicho negocio.
Lastimosamente los precios de la gasolina, el tipo de cambio y las materias primas han asfixiado tanto que terminaron por acabarlas, y si nos sentamos a ver lo que viven dichas personas, es lo mismo que sufren muchas de las familias costarricenses.
Y a esto debe sumarse que muchos nos estamos zocando la faja, lo que ha provocado que muchas de estas empresas vean cómo se reduce significativamente su clientela, además el covid, a pesar de que ya pasaron casi tres años, sigue afectando a muchas familias.
El estudio deja claro que el país tenía 454.650 microempresas en 2021 y para el año anterior se cerró con apenas 410.745, lo que debería preocuparnos bastante a todos nosotros, por lo que esté pasando con estas familias, que tuvieron que cerrar u operar en la clandestinidad.
Pero es necesario que el Gobierno le preste especial atención a esta población económica, porque desgraciadamente las quejas de los microempresarios resultan constantes y sensatas desde varios sentidos.
Todos sabemos que la tramitología para acceder a recursos o para impulsar un negocio es cada vez más complicado, bajo el argumento de que si la microempresa no es exitosa el banco perdería.
Los trámites burocráticos están de más. Los recursos existen, pero la gente no tiene acceso a ellos simple y sencillamente porque hay que desatar un nudo que lleva mucho tiempo enredado.
Es verdad que quien aspire a este modelo económico deberá garantizar una planificación adecuada y correcta sobre lo que quiere exponer ante sus financistas para garantizar el éxito.
Las pequeñas y medianas empresas no deben estar abandonadas y requieren un adecuado planteamiento al respecto. Estadísticas del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) indican que las pymes tienen una vida promedio de tres años.
Aquí debemos observar qué se hace bien y definitivamente en qué se está fallando para apoyar a aquellas personas que pretenden impulsar emprendimientos.
En un país donde el índice de desempleo se encuentra en el 11,6%, con una tendencia creciente, la opción de los emprendimientos hace que sigan produciendo ingresos propios.
Las microempresas tienen un peso importante en la economía nacional, por lo que no se deben invisibilizar, tal como sucede en estos momentos.