Gloria Bejarano
Ex primera dama
“Mensaje erróneo y falta de respeto”, así calificaron los argentinos la sorpresiva y fugaz presencia del streamer Spreen en la cancha de fútbol, durante el juego entre el Riestra y el Vélez Sarsfield.
Iván Buhajeruk, conocido como Spreen, permaneció en la cancha por un minuto, portando la camiseta del Riestra, antes de ser remplazado y sin siquiera haber tocado el balón. El hecho se enmarca en la estrategia de marketing de este equipo, el cual presentó a este joven que suma más de 17 millones de seguidores en las redes sociales.
Spreen nunca ha jugado profesionalmente y no hay registro de que haya siquiera entrenado en las ligas menores, su mérito se encuentra en un área distinta al deporte, por lo que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) abrió un expediente para que el tribunal de ética investigue la irregular inclusión del joven.
Si se incurrió en una conducta que pueda perjudicar la reputación e integridad de este deporte será el AFA quien lo determine, pero este hecho va más allá del fútbol mismo y nos debe llamar a la reflexión. Brian Romero, el goleador del campeonato y jugador del Vélez, se refirió al debut del streamer como una falta de respeto hacia el fútbol. Más aún, mostró su molestia por el pésimo mensaje que se da la juventud cuando se les enseña a “los chicos un atajo”.
En efecto, capitalizar la popularidad de Spreen puede ser una buena estrategia comercial, pero es evidente que enviaron un mensaje equivocado, menospreciando el sacrificio que hay atrás de la carrera deportiva de un futbolista, que para pisar una cancha profesional entrena por años, enfrenta lesiones, fracasos, desilusiones y cumple con una rigurosa preparación física y mental. La estrategia de marketing cumplió su cometido, hoy el pequeño club está en boca de muchos a costa de algo que parece decir a los jóvenes que hay otras formas de llegar a pisar una cancha profesional, sin esfuerzo, sin preparación, sin disciplina, sin compromiso. Sin duda no había necesidad de esto, Spreen podía haber sido presentado como un fan, un seguidor del equipo y provocar igualmente una reacción positiva.
Confundir a las nuevas generaciones con información imprecisa que los lleven a subestimar la importancia de formarse adecuadamente para alcanzar sus metas, de obviar un proceso que le permita desarrollar habilidades, capacidades y destrezas y con ellos enorgullecerse de sí mismos y sus logros, es lamentable.
La estrategia de marketing del club de fútbol ha puesto en evidencia como se puede enviar el mensaje equivocado, tal vez sin proponérselo, pero en la que existe una responsabilidad de quienes tienen el poder de influenciar a la sociedad sean mercadólogos, comunicadores, influencers, políticos o simples usuarios de las redes.
Existen códigos de ética, mediciones sobre el impacto que producirá y las secuelas que puede dejar, esto en el caso de los profesionales, pero vayamos más allá.
No podemos obviar que hoy los medios virtuales dan poder a cualquiera de propagar su mensaje, lo cual está bien, en tanto los usuarios seamos conscientes de que no todo se rige por la ética, ni todo es verdad, puede ser manipulado por la inteligencia artificial y responder al interés particular de quien lo publica cuya intencionalidad nos es desconocida.
De ahí la necesidad de reflexionar, investigar e informarse correctamente sobre lo que repetimos, lo que recibimos o enviamos en las redes y el impacto que estos pueden causar.
El mensaje que trasmitió la campaña de marketing del Riestra pudo haber pasado inadvertido si no fuera porque dos futbolistas lo advirtieron, lo denunciaron e instaron a los jóvenes a no tomar el camino fácil, pero ¿cuántos más se filtran sin que nadie alce la voz?