Soy una mujer separada de 35 años. Desde hace dos meses salgo con un compañero de trabajo. Él es como diez años mayor. La semana pasada me invitó a su casa, y queríamos aprovechar para tener relaciones sexuales, pero al llegar al cuarto vi que tenía una “bacinilla” debajo de la cama. Eso me chocó tanto que fue como un “matapasiones”, me acordó a los “viejillos de antes” y no funcioné sexualmente. Desde ese día como que perdí el interés en él.
– La “bacinilla” durante mucho tiempo fue un accesorio indispensable en el hogar. Recordemos que antes el servicio sanitario estaba a una distancia considerable de la casa, salir en horas de la noche, cuando estaba lloviendo o a bajas temperaturas, representaba un auténtico peligro, más aún en las épocas en que no se disponía de electricidad. Por tal razón se tenía este útil recipiente a la par de la cama, que se usaba primordialmente para orinar, pero también para defecar.
Hoy en día nuestros servicios sanitarios están dentro de la casa, son “interiores” y es mucho más fácil acceder a ellos casi sin correr ningún peligro. Sin embargo, para muchas personas les resulta engorroso levantarse a orinar en horas de la noche, más aún si no disponen de un servicio a la par del cuarto, y como medida alterna optan por tener una “bacinilla”, esto es particularmente cierto en aquellos que por alguna enfermedad como la diabetes o los problemas prostáticos tienen la necesidad de levantarse a orinar varias veces durante el sueño. Algunas personas la usan como una costumbre familiar, aun cuando no padecen de ninguna enfermedad.
Es entendible que a la mayoría nos resulte extraño y ajeno el uso de una “bacinilla” en nuestros tiempos, y en este caso es recomendable comentarlo de una manera respetuosa, sobre todo si representa un fuerte inhibidor sexual.