Soy una mujer de 46 años y vivo en unión libre. Soy latina y trabajo en informática en un centro de salud, me toca registrar los datos de los pacientes, así que a diario tengo contacto con muchos pacientes. Mi pareja es checo, siempre ha sido una persona muy pulcra y aseada, es de esos hombres que se lavan las manos por todo y no pueden ver nada mal puesto porque lo acomodan. Yo no tengo ningún síntoma o malestar, pero él me mandó a dormir a otro cuarto hasta que me haga la prueba del coronavirus.
La pandemia ha generado una sensación de temor generalizado en la población y a veces en el nombre de una sana prevención caemos en una suspicacia insulsa.
Recordemos que las pruebas para detectar el nuevo coronavirus están indicadas en aquellas personas que presentan síntomas sugestivos como fiebre, tos, dolor muscular, de cabeza y de cuerpo, alteraciones en el olfato, en el gusto, diarrea, dolor de garganta, fatiga, escalofríos o dificultad para respirar.
En una persona que no siente ningún síntoma no procede realizar la prueba por varias razones, por un lado porque no hay ninguna manifestación que sugiera que está infectada.
Por otra parte, por el tipo de trabajo, si hace la prueba hoy y da negativo, lo que indicaría el resultado es que no ha sido contagiada, pero mañana y el resto de los días seguirá con el mismo trabajo y por ende con la misma exposición.
También hay que tomar en cuenta que en todos los países hay carencia de pruebas. De tal forma que no procede usarlas sin un motivo claro. Por último, la prueba de por sí es costosa y en algunos países tiene precios tan altos que resultan prohibitivos.
En personas que trabajan atendiendo al público la recomendación es ante todo extremar las medidas de cuidado, como el lavado de manos periódicamente, mantener una sana distancia, saludar con un gesto cordial y no estrechando las manos, y darse una ducha al llegar a la casa. Es importante que comente con él todas estas medidas que, aunque simples, son realmente efectivas para que ambos puedan estar tranquilos.