Lo que parecía una noche tranquila en Cuatro Esquinas de Horquetas de Sarapiquí, se tiñó de sangre cuando al nicaragüense Minor Andrades Rodríguez, de 28 años, lo mataron a balazos sin piedad.
La víctima estaba en una casa a la que habría entrado un hombre ingresó. Tras la investigación que realizaron los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) al levantar el cuerpo, se presume que Andrades estaba de espalda y que una vez que el gatillero estaba dentro de la propiedad, accionó el arma y le disparó dos veces en esa parte del cuerpo.
Parece que la víctima aún se movía, por lo que el gatillero procuró hacer bien el trabajo para el que le pagaron y le volvió a disparar dos veces, pero en las piernas, asegurándose que Andrades moriría en el lugar porque estaba envuelto en sangre y, al dispararle en las extremidades, no se podría desplazar para pedir ayuda. Después, el asesino se fugó del lugar.
ESCÁNDALO
Tal fue el escándalo de los disparos los vecinos desde sus casas giraron la alerta de emergencia a las autoridades.
Cruz Roja revisó los signos del hombre y al no encontrarlos lo declararon fallecido. Por su parte, los policías cuidaron de las afueras de la casa para que nadie entrara y los judiciales, además de hablar con los lugareños, se llevaron el cuerpo a la morgue para sus respectivos análisis.
Así las cosas, al tratarse de un homicidio, los oficiales y agentes buscaron en los alrededores pistas que les puedan ayudar a identificar o localizar a la persona responsable de este ataque.
EXCONVICTO
En el 2014 Andrades fue juzgado en conjunto con otro hombre de apellido Witter por presuntamente participar en una tentativa de homicidio calificado y robo agravado, pero su abogado presentó un recurso de apelación y logró que a Andrades lo absolvieran del primer delito.
Por su parte, los jueces lo condenaron en conjunto con Witter a 8 años tras las rejas porque demostraron que fue partícipe del robo agravado a un local comercial en San Pedro de Montes de Oca.
El 11 de octubre del 2013, a las 8:20 p.m., él y su compinche se acercaron a un súper de la localidad con los rostros cubiertos y con previa planificación, así como distribución de las labores que iban cumplir cada uno.
Tras su ingreso, Andrades encañonó con un arma de fuego a una de las personas que se encontraba en el lugar y sacó el dinero de la caja registradora, mientras que Witter puso su pistola en la frente de otra persona diciéndole: “Esto es un asalto”.
Como esta víctima no quiso entregar sus pertenencias, Witter accionó el arma dos veces en contra del individuo, pero el arma no detonó.
Entonces, lo obligó a lanzarse contra el suelo y volvió a tirar del gatillo, nuevamente sin éxito alguno.
Al tener a esta víctima sometida, Witter se acercó a una de las clientes y también le apunto con el arma en la frente para despojarla de su billetera y el celular.
Por su parte, Andrades vigilaba y apuntaba con el arma de fuego a las atemorizadas víctimas.
Después de logrado su objetivo, se fueron del local, pero no contaron con que las víctimas saldrían tras ellos.
Oficiales de Fuerza Pública que iban por el lugar atendieron su llamado y capturaron a los delincuentes a 50 metros del lugar. Les quitaron las armas y lo que se habían robado.