No soy especialista en temas de seguridad, pero me ha tocado atender esa materia tanto en la Asamblea Legislativa como desde la Presidencia. Estoy muy agradecido con las personas que desde las campañas políticas me ayudaron a integrar un programa para atender este tema, y muy orgulloso de lo que logramos que se describe en “La Solución Costarricense” mi libro al final del gobierno disponible en www.rodriguez.cr.
Es una tarea muy compleja recuperar la tranquilidad en los barrios y en nuestras calles y se requiere la cooperación de todos. Requiere la participación bien planificada y coordinada de los tres Poderes de la República y el apoyo de la ciudadanía.
Además, el tema es hoy de la mayor importancia por el incremento en la inseguridad ciudadana y la escalada de la violencia. Para dar una idea del incremento en la criminalidad en las últimas dos décadas recuerdo que durante mi gobierno la cifra de homicidios anuales por cada 100.000 habitantes estuvo en alrededor de 6 (6,4 en 1999 con una ligera disminución a 6,3 en 2002), pero en 2008 se había casi duplicado para llegar en solo 6 años a 11,8. La Organización Mundial de la Salud considera 10 o más asesinatos por 100.000 personas año como una epidemia. Esta terrible calamidad siguió aumentando hasta llegar a 12 en 2010, luego disminuyó hasta bajar a 8,7 en 2013, pero desdichadamente volvió a subir en 2017 a 12 y el año pasado a 12,6. Tal como lamentablemente van los casos de homicidio doloso este año se podría llegar a 14 o más.
La mayor parte de esos homicidios están relacionados con tráfico de drogas. Y en ese campo las circunstancias son preocupantes porque se ha venido dando un aumento del área cultivada de coca en Colombia, según los reportes de Naciones Unidas. En 2002 se estimó esa área en 102.000 hectáreas, pero ya en 2021 el estimado es de 204.000 hectáreas.
Entiendo que más que ideas lo que se requiere son políticas públicas concretas, bien justificadas, con los recursos para ponerlas en práctica y con un cronograma y entes específicos responsables de la ejecución de cada una de las acciones para poder medir lo que se vaya logrando.
La Asamblea Legislativa tiene en trámites un grupo de proyectos de ley sobre esta materia. El Sr. Presidente Chaves acaba de presentar sus iniciativas para enfrentar el grave problema de la asfixiante criminalidad. Es necesaria una acción coordinada que integre esos esfuerzos, y conviene que los entes especializados presten oído a las opiniones de ciudadanos y recaben información y ayuda en la academia y de gobiernos amigos que hayan logrado éxito en este campo.
Simplemente me atrevo a presentar algunas ideas concretas y los elementos que las justifican. Están lejos de ser un plan. Es solo un elemento para ser considerado por quiénes tiene la capacidad, los medios y la responsabilidad de hacer el plan.
Empiezo por el personal.
Cuando llegamos al gobierno había solo 8.397 policías, de los que solo 520 habían pasado por la Academia de Policía. En 25 años no se había incrementado la fuerza policial. Creamos 1.500 puestos adicionales de policía, exigimos por primera vez mínimo de noveno grado de escolaridad para aspirar a ser policías, y al final del gobierno había 2.795 policías formados profesionalmente. Al inicio del gobierno la policía estaba acuartelada como si fuera un ejército, en vez de distribuida por los barrios y patrullando las calles. Usaban uniformes que eran sobrantes de un ejército. Y la gente los silbaba en la calle. Tenían uniformes distintivos hechos para ellos, estaban bien equipados, había exceso de oferta para ser policías, y se respetaba la NUEVA GENERACIÓN DE POLICÍAS.
Desde el censo del año 2000 hasta 2022 según el INEC la población nacional ha aumentado un 36,8%. Para mantener la misma relación de policías con la población se requieren 1.940 policías más de los que hay. Eso no toma en cuenta que en el ínterin la violencia de la criminalidad se ha más que duplicado según lo determina la proporción de homicidios dolosos, y el área sembrada de la droga que transita desde los productores del sur hasta los consumidores del norte también se ha más que duplicado.
Hoy se cuenta con una fuerza mucho más numerosa de policías municipales, pero se debe mejorar sustancialmente la coordinación de la policía nacional con esas fuerzas, especialmente en las comunidades más agredidas por la violencia criminal.
Un punto adicional que considerar es que para el año 2002 nuestro gobierno había creado Comités de Policía Comunitaria en 2.000 comunidades. Esos Comités colaboraban con la policía oficial.
Eso formaba una sólida red de policía comunitaria, en la que los vecinos estaban organizados y debidamente preparados para desarrollar tareas de vigilancia básica, apoyo mutuo y alerta temprana a la policía cuando detectasen algo sospechoso, sin pretender que arriesgaran su integridad y mucho menos que tomaran la justicia en sus manos. Claro que los oficiales requieren buena preparación, buen equipamiento, excelente planificación de su trabajo basada en información, inteligencia y tecnología, y que se debe impedir que el crimen organizado penetre los cuerpos policiales, lo que demanda una organización con buen manejo de la inteligencia y la tecnología. Esos son otros temas muy importantes.