Cuando el Gobierno hace unas semanas anunció el proyecto para la legalización de la marihuana recreativa, muchos celebraron la noticia, sin embargo, otro sector de la población un poco más comedido se sentó a pensar en los perjuicios que tendríamos como país.
Posiblemente, quienes ya consumen dicha droga de forma habitual estarán muy felices de poder hacerlo por la libre, en lugares públicos y sin el temor de que las autoridades vayan a detenerlos.
Sin embargo, ya en frío las autoridades de salud y las de seguridad del país afirman que este no es el momento correcto para que en Costa Rica se apruebe una cosa de estas, empezando porque no se tiene la tecnología para controlarlo.
Y no podemos seguir aprobando leyes sin presupuesto para que después no se puedan aplicar, como cuando se le dio el visto bueno a Ley de Bienestar Animal, y las autoridades judiciales luego afirmaron que sin plata tenían que tomar la decisión de si hacían el levantamiento del cuerpo de un animal o de un ser humano si hay dos incidentes al mismo tiempo.
El Informe Mundial sobre las Drogas 2022, en el cual se destaca las tendencias del cannabis luego de su legalización, el impacto ambiental de las drogas ilícitas y el consumo de drogas entre las mujeres y las personas jóvenes, que arroja datos bastante alarmantes, como que en Estados Unidos aumentó el índice de suicidio en jóvenes entre 18 y 23 años, principalmente entre adolescentes y adultos jóvenes, que consumen este tipo de sustancias.
El problema es que estos resultados son muy similares en países europeos y Canadá, lo que lleva a pensar que si los números se repiten en muchos lugares donde es legal consumir la marihuana, en lugar de disminuir el consumo o ayudar en algo, más bien ha traído perjuicios a la sociedad.
Cuando empezamos a atar cabos podemos entender que el aumento en el consumo de estas sustancias ha llevado a tantos jóvenes a quitarse la vida, pues muchos no aprenden a medir los peligros ni tampoco piensan en todo el dolor que van a provocar en sus familias al quitarse la vida.
Otro tema que debería preocuparnos bastante es el hecho de que en este país no estamos capacitados ni tenemos los laboratorios necesarios para diferenciar entre el cáñamo y el cannabis, entonces no podemos seguir explorando y esperar a ver qué pasa, estos experimentos siempre nos han salido muy caros.
Tampoco podemos seguir mandando a la guerra a las autoridades sin los insumos necesarios para afrontar los cambios. Por ejemplo, muy bonito permitir el uso de la marihuana, esto conlleva a no brindarle más plata a instituciones como el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) para atender a todos aquellos que se excedan en el consumo de esa sustancia.
Otro mito que se ha derribado es el hecho de que liberar el consumo no elimina ni disminuye el crimen organizado, porque si bien se legaliza la marihuana estos grupos de las ingeniarán para crear nuevas modalidades y especies con el fin de seguir atrayendo a otros públicos o grupos de mayor poder adquisitivo.
Si ya vimos las desgracias que ha provocado esta droga en otros países, para qué nos vamos a poner a experimentar con la población costarricense, más tomando en cuenta que el país forma parte de la ruta más grande de la exportación de drogas.